Amianto: de dos a tres veces más mortal de lo conocido

“A cada golpe de porra nos caían nubes de polvo, pero en aquella época no sabíamos nada del amianto”, recuerda Jesús Ropero Calcerrada, un hombre de 73 años que durante su vida laboral se encargó de rascar el amianto de los vagones de tren en Beasáin, en el País Vasco español. Ni a él ni a otros trabajadores se les ofreció protección alguna contra el amianto que retiraban, según el comité de empresa.

Trabajadores como Jesús, entrevistado por el Grupo Merca2, representan el grupo más conocido de víctimas de la exposición al amianto: los trabajadores mayores. Hace unos 35 años, él y otros retiraban el mineral mortal de los vagones, armados con una porra y una palanca. Hace un año le diagnosticaron un mesotelioma y tiene que vivir conectado a una bombona de oxígeno y recibir morfina para el dolor.

  • La presencia de amianto dañado en edificios -comercios, hospitales, escuelas y edificios públicos- está alterando la imagen tradicional de las víctimas del amianto.

“Tengo una mujer, mira qué guapa, y siete nietos por los que aguantaré lo que pueda. Al menos espero que consigan algo con la indemnización”, dijo hace unas semanas, refiriéndose a un intento de llegar a un acuerdo con su antiguo empleador.

Jesús Ropero Calcerrada falleció el 5 de noviembre de 2022, quince días después de ser entrevistado para esta investigación.

Ese panorama sombrío, de hombres trabajadores, procedentes de industrias pesadas como la construcción, los ferrocarriles y los astilleros, está empezando a cambiar. Un número creciente de mujeres también han estado expuestas al amianto sin saberlo, y forman un porcentaje cada vez mayor de las sombrías estadísticas.

Helen Bone, una ex enfermera de 40 años de Middlesbrough (Inglaterra), es una de ellas. El año pasado le diagnosticaron un cáncer agresivo, el mesotelioma: tumores que se forman en los tejidos protectores que rodean órganos como los pulmones, el estómago y la pelvis. Este cáncer está vinculado en su inmensa mayoría a la exposición al amianto. Bone estuvo expuesta al amianto en los sectores educativo y sanitario, como alumna, paciente y enfermera, pero nunca trabajó directamente con esta sustancia.

“Yo era culpable de pensar que se trataba de una enfermedad de viejos. Pero cuanto más acudes a los grupos de apoyo, más te das cuenta de cuántas mujeres la padecen ahora”, explica a novedades24.

El caso de Helen Bone no es un ejemplo aislado. Muchas mujeres como ella han pasado años trabajando o estudiando en edificios contaminados, o incluso visitándolos como público. La presencia de amianto dañado en edificios, como tiendas, hospitales, escuelas y edificios públicos, está alterando la imagen tradicional de las víctimas del amianto.

No sólo ancianos

Mientras que antes se diagnosticaban cánceres relacionados con una exposición más directa al amianto a hombres que trabajaban en la industria pesada, ahora se diagnostican cánceres a mujeres en profesiones como la enseñanza, la enfermería y otras ocupaciones, así como a jóvenes. De una percepción generalizada de que el amianto supone un riesgo laboral directo en un puñado de industrias, las cifras globales revisadas sugieren ahora que un riesgo antaño directo se ha convertido en un riesgo difuso para casi todos nosotros.

La página web de la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de 107.000 muertes por amianto en 2004. Desde entonces, las nuevas estimaciones de la tasa de mortalidad mundial realizadas por destacados científicos han revisado las cifras al alza, sugiriendo que algo menos de un cuarto de millón de personas mueren cada año por enfermedades relacionadas con el amianto.

El mesotelioma, un tipo de cáncer que se desarrolla en el revestimiento que protege la superficie de algunos órganos del cuerpo, como el estómago, el tórax y la pelvis, casi siempre está relacionado con la exposición al amianto. Otras estimaciones de cánceres relacionados se obtienen multiplicando los casos de mesotelioma por un factor específico. En 2012, un grupo de científicos sugirió que este factor debería aumentarse a 6,1 para la exposición a una forma de amianto, el crisotilo, en el documento Estimating the asbestos-related lung cancer burden from mesothelioma mortality.

Esto fue seguido por más investigaciones de otros científicos, incluido el estudio de 2018, Global Asbestos Disaster, del que es coautor el Dr. Jukka Takala, ex presidente de la Comisión Internacional de Salud Ocupacional y un destacado experto en amianto y salud.

“Casi todos los expertos internacionales coinciden ahora en que el número anual de muertes por amianto en el mundo ronda las 250.000”, dice Takala a novedades24.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su primer informe sobre las Estimaciones conjuntas de la carga de morbilidad y lesiones relacionadas con el trabajo (Estimaciones conjuntas OMS/OIT), publicado el año pasado, arrojan una cifra ligeramente inferiorde 209.841 muertes relacionadas con la exposición profesional al amianto, cifra que sigue siendo muy superior a las estimaciones anteriores.

Un análisis más alarmante, del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME), de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, sugiere que hasta 90.730 muertes en la UE y el Reino Unido en 2019 (el último año para el que hay datos disponibles) estuvieron vinculadas al amianto ocupacional. La tasa global de muerte ocupacional por amianto en este análisis fue de 239.333.

Ya no es “ocupacional

Estas cifras revisadas significan que la tasa de mortalidad por exposición al amianto puede ser aproximadamente el doble de lo que sugerían los datos anteriores, y en algunos países el triple o incluso más.

Utilizando la base de datos IHME y extrapolando la tasa de mortalidad estimada para cada país, esto sugiere una cifra de más de 18.000 muertes para el Reino Unido, mientras que las cifras oficiales sugieren en cambio una tasa de mortalidad ocupacional de alrededor de 5.000. En Dinamarca, los expertos en sanidad estiman que unas 400 muertes al año están relacionadas con el amianto; el conjunto de datos sugiere una cifra de más de 1.300.

Además, según el IHME, se ha producido un alarmante aumento de las muertes por mesotelioma en Suecia, uno de los primeros países en prohibir el amianto en todas sus formas desde 1982. Takala explica a novedades24 que cree que la nueva oleada de muertes se debe a que el amianto sigue presente en los edificios y se libera continuamente a los alrededores a través de diversos procesos de trabajo, como demoliciones y reformas.

Añade que espera ver una nueva oleada de muertes en otros países donde el amianto se prohibió más tarde que en Suecia.

Prohibido, pero todavía muy presente

El amianto se prohibió en toda la UE en 2005 y antes en varios países europeos, como Polonia en 1997 y el Reino Unido en 1999. Las noticias sobre las prohibiciones se siguen en la página web de la Secretaría Internacional para la Prohibición del Amianto, que trabaja para conseguir un embargo mundial del uso de este mineral y mitigar los daños que causa.

Sin embargo, sigue estando presente en edificios de toda Europa. En los hogares y edificios abiertos al público, como hospitales, escuelas, museos y tiendas, el amianto se esconde en lugares ocultos, detrás de las tejas del techo y del suelo y mezclado en el cemento, la tela asfáltica y los revestimientos murales texturados, además de ser fácilmente visible en tejados, canalones y sofitos, y de utilizarse para aislar calderas y tuberías.

Esta colaboración transfronteriza, llevada a cabo en nueve países europeos, examinó la situación en Europa en lo que respecta a las estrategias nacionales y de la UE sobre el amianto; dónde se encuentra esta sustancia mortal, cómo se trata y las repercusiones para la salud de vivir con la presencia de amianto. La investigación ha revelado una reacción desigual ante la presencia de amianto en Europa, con distintos países y autoridades federales que siguen políticas muy diferentes, que van desde la retirada en Polonia hasta la denominada estrategia de “gestión in situ” en el Reino Unido.

En Europa, solo la región belga de Flandes y Polonia han desarrollado estrategias para eliminar el amianto de los edificios. En 2017, el Gobierno neerlandés propuso prohibir los tejados de amianto para 2024, pero su cámara alta, el Senado, rechazó la propuesta. Polonia es el único Estado miembro de la UE que cuenta con un plan de acción nacional para erradicar el amianto antes de 2032.

En España, una ley reciente obliga a los gobiernos locales a hacer un censo del amianto en los edificios antes de abril de 2023. Pero la ley no deja del todo claro si los edificios privados deben incluirse o no. Los datos comerciales indican que España ha importado más de 2,6 millones de toneladas de amianto a lo largo del siglo XX. Pero faltan datos sobre dónde se encuentra el amianto en toda España.

En Italia, las estimaciones de la Dirección de Prevención del Ministerio de Sanidad indican que se tardará entre 60 y 100 años en completar la recuperación. Ezio Bonnano, presidente del Observatorio Nacional del Amianto, cree que 350.000 alumnos de 2.400 escuelas están expuestos al amianto. “Podemos afirmar que en Italia hay todavía no menos de 40 millones de toneladas de amianto”, afirma. La estimación de escuelas que contienen amianto no ha variado entre 2012 y 2022, ya que se siguen descubriendo nuevos edificios con amianto. Por tanto, el riesgo no está disminuyendo.

En Croacia, según estimaciones de organizaciones no gubernamentales, los propios ciudadanos han retirado alrededor de 40.000 tejados y fachadas de amianto, mientras que unas 50.000 viviendas particulares aún deben ser renovadas. No hay datos de amianto en edificios públicos. La vecina Eslovenia no dispone de datos sobre tonelaje o dónde se encuentra amianto.

En el Reino Unido, unel comité parlamentario multipartidista recomendó un calendario de 40 años para eliminar el amianto de los edificios y crear un registro de amianto, pero el gobierno aún se ha negado a aplicarlo.

Europa no tiene un conocimiento claro de la magnitud del problema

En Flandes, las cifras sugieren unos 2,3 millones de toneladas de amianto en edificios públicos y privados, así como en servicios públicos. A partir de noviembre de 2022, los edificios privados en venta construidos antes de 2001 deberán disponer de un certificado de amianto, expedido por expertos certificados, que demuestre que todo el amianto presente en el edificio es seguro. En 2032 será obligatorio para todos los propietarios.

En los Países Bajos no existe un registro central del amianto en los edificios. Se ha animado a los administradores a realizar un inventario del amianto en escuelas y hospitales. Es obligatorio realizar un estudio sobre el amianto antes de proceder a su demolición o retirada en edificios construidos antes de 1994, si existe alguna sospecha de presencia de amianto. En octubre de 2018, la Cámara Baja, la Cámara de Representantes, aprobó una moción para hacer un resumen nacional del número total de metros cuadrados de tejados a renovar y especificarlo por municipio. En agosto de 2022 todavía había 80m m2 de tejados de amianto en los Países Bajos.

En Polonia, una base de datos oficial estima que hay unos 14,5 millones de toneladas de amianto en el país. Aunque su plan nacional de retirada de amianto ha sido elogiado, en realidad no es jurídicamente vinculante para las regiones locales, que son las encargadas de realizar el trabajo. En 2010 se modificó el programa, lo que significó que incluso algunos tejados muy dañados no serían designados como necesitados de “retirada urgente”.

En Dinamarca, se cree que entre el 30% y el 40% de los tejados de las casas particulares y otros edificios, como los cobertizos agrícolas, contienen material de amianto. Pero estas cifras se basan en los informes técnicos de los propietarios de las casas, no han sido evaluadas por expertos ni se han tomado muestras por motivos sanitarios. No existe una estimación global de la cantidad total de amianto.

En el Reino Unido, se cree que hay alrededor de seis millones de toneladas de amianto en 210.000-400.000 edificios. El 90% de los hospitales de propiedad pública y el 81% de todas las escuelas contienen amianto, según se desprende de las solicitudes de libertad de información realizadas a las autoridades por esta investigación, pero no existe un registro nacional de dónde se encuentra el amianto que sea accesible al público.

Tras la invasión rusa de Ucrania, la crisis energética ha vuelto a centrar la atención en las medidas de ahorro de energía, como un mejor aislamiento. Sin embargo, esto puede significar que el amianto oculto en los edificios puede ser retirado durante la rehabilitación, lo que conlleva riesgos para el público en general y los trabajadores encargados del trabajo, ya que las fibras se transportan por el aire.

Riesgo para los trabajadores

El Mecanismo de Recuperación y Recuperación, uno de los pilares del programa de la UE NextGenerationEU, entró en vigor en 2021 y pretende ayudar a la UE a “alcanzar su objetivo de neutralidad climática para 2050”, poniendo a disposición de los países miembros subvenciones y préstamos por valor de casi 724.000 millones de euros, de los que el 37% se destinarán a inversiones en transición ecológica. Hay fondos disponibles para la renovación, pero si ésta se lleva a cabo sin medidas claras de protección de los trabajadores mientras se retira el amianto, podría provocar una exposición aún mayor a las mortales fibras.

“Existe un riesgo urgente de que los trabajadores paguen el precio del ahorro energético. Hay 35 millones de edificios, edificios que serán renovados o demolidos por los trabajadores en el contexto de la Ola de Renovación y el Green Deal europeo. No podemos darles la espalda”, afirma Tom Deleu, Secretario General de la Federación Europea de Trabajadores de la Construcción y la Madera, que representa a fontaneros, trabajadores de la madera, electricistas y otros profesionales de los sectores de la construcción y la rehabilitación. Muchos de esos edificios, construidos antes de la prohibición del amianto, contendrán amianto.

Desde hace tiempo se reconoce que el amianto es la mayor causa de muerte profesional en todo el mundo y la principal causa profesional de cáncer.

Las nuevas estadísticas sanitarias de la OIT/OMS subrayan aún más los riesgos de este mineral mortal. Añaden peso a las demandas de cambiar los actuales niveles de exposición ocupacional (OEL) – el nivel de fibras de amianto en el aire que puede ser tolerado por los trabajadores desde el punto de vista de la salud. Además, estos niveles de exposición son sólo para la salud laboral. No existen límites o umbrales a escala europea para la exposición en interiores o exteriores para el público en general, a pesar de que la inhalación de fibras puede desencadenar cánceres relacionados con el amianto.

La próxima ola de renovaciones pone el foco no sólo en los niveles de exposición y la falta de datos fiables en la mayoría de los países de la UE sobre dónde se encuentra el amianto, sino también en la formación y certificación de los trabajadores que pueden entrar en contactodurante la renovación.

Además, hasta hace poco se ha prestado poca atención a lo que ocurre con el amianto una vez que se retira de los edificios. Los países europeos han adoptado enfoques muy diferentes tanto en lo que se refiere al registro de los lugares a los que se lleva el amianto como a la revelación de esos datos. En el Reino Unido, la Agencia de Medio Ambiente ha facilitado datos a la presente investigación sobre los vertederos a los que se puede llevar el amianto; en Polonia, se está elaborando un panorama tanto de la retirada ilegal como de la legal; en Flandes, se envía a vertederos autorizados, pero también hay algunos vertidos ilegales.

En Francia y el Reino Unido se han construido dos plantas que afirman que vitrifican el amianto, con lo que es seguro reciclarlo. Sin embargo, la ampliación de estas plantas para satisfacer la demanda, ya que potencialmente cientos de toneladas de amianto necesitan ser tratadas de forma segura, será todo un reto.

El Parlamento Europeo ha examinado las pruebas sobre las tasas de mortalidad, la falta de conocimientos en toda Europa sobre el amianto in situ, los vertederos no registrados y los ambiciosos planes de renovación, y junto con los sindicatos y los expertos en salud, reclama una nueva acción concertada.

El Parlamento ha impulsado una nueva estrategia ambiciosa, reconocida por la Comisión Europea, que presentó propuestas más modestas en septiembre. La falta de acuerdo entre los Estados miembros y la UE hace que el ritmo, los costes y la estrategia sigan siendo cuestiones espinosas.

Mientras tanto, son los ciudadanos los que pagan el precio de la inacción política.

Helen Bone tuvo que jubilarse por razones médicas de la profesión de enfermera. “Si no me hubieran diagnosticado la enfermedad, seríamos una familia trabajadora que pagaría sus impuestos. Me encantaba mi trabajo; lo voy a echar mucho de menos”. Esa imagen se repite en miles de familias trabajadoras de toda Europa, cuyos miembros afrontan el diagnóstico de un cáncer incurable -y evitable-.

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