Apenas hace un mes que Francia asumió la presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea, y Francia y Alemania ya están en disputa por la muy controvertida propuesta de la UE de conceder a la energía nuclear y al gas natural una etiqueta de inversión verde en el marco de la taxonomía de la UE sobre normas de financiación sostenible.
La propuesta de la UE se publicó el miércoles (2 de febrero) con sólo pequeñas modificaciones, a pesar de la disputa interna que había provocado entre varios Estados miembros.
La propuesta inicial se distribuyó discretamente a los miembros de la UE en Nochevieja, el día en que Alemania cerró la mitad de sus seis centrales nucleares.
Si la propuesta pasa ahora los procedimientos legislativos de la UE sin ser bloqueada por la Comisión o el Parlamento (ambos escenarios poco probables), probablemente canalizará miles de millones de euros hacia la construcción de nuevas centrales nucleares en todo el bloque.
Mientras que Alemania ha expresado su preocupación por la viabilidad de la energía nuclear, sólo un puñado de países se ha unido a esta oposición, entre ellos Austria, Dinamarca, Luxemburgo y España, de los cuales Austria y Luxemburgo declararon que estarían dispuestos a llevar a la UE a los tribunales por este asunto.
El bloque pro-nuclear, por otro lado, incluye a Francia, Bulgaria, Croacia, República Checa, Finlandia, Hungría, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia.
En las últimas semanas, Francia se ha posicionado firmemente a favor de la energía nuclear y el presidente Emmanuel Macron la ha calificado de “solución soberana”, mientras que Alemania ha rechazado expresamente la integración de la energía nuclear en la taxonomía verde.
Sin embargo, esta declaración sólo se produjo después de que algunos Verdes alemanes acusaran al canciller Olaf Scholz de traicionar sus intereses con su intercambio de etiqueta verde con Macron: a saber, para lograr una etiqueta verde para el gas natural -del que Alemania depende en gran medida- se rindió a la demanda de Macron de conceder la misma etiqueta para la energía nuclear.
Así, la reacción de Scholz a las críticas puede ser simplemente un intento de mostrar un frente unificado al resto de Europa mientras su propia coalición de semáforos está en la cuerda floja.
Tras su éxito en las elecciones federales de septiembre, los Verdes alemanes se aseguraron su posición como segundo partido más grande en el actual gobierno de coalición, lo que los convierte en cruciales para el futuro de la coalición alemana.
Sin compromiso
Y la energía nuclear es uno de los temas en los que los Verdes no están dispuestos a transigir.
Los Verdes, nacidos de las protestas antinucleares de los años ochenta, se apresuraron a denunciar a la UE por la nueva propuesta energética, y el vicecanciller alemán y ministro del Clima, Robert Habeck, acusó a la UE de “lavado verde”.
Pero no todos los miembros de la coalición estaban de acuerdo: el vicepresidente de los neoliberales Demócratas Libres, Wolfgang Kubicki, declaró que “no eres un buen europeo si sólo aceptas las decisiones que te convienen”.
Incluso sin agitar las filas de la coalición alemana, la taxonomía verde de la UE puede ser la mayor controversia de la presidencia de Ursula von der Leyen en la Comisión.
Para colmo de males, para eliminar la energía nuclear Alemania tendrá que depender del gas ruso, que tiene precios récord. Con la escalada de tensiones entre Occidente y Rusia a causa de Ucrania, la ministra de Asuntos Exteriores alemana, también de los Verdes, Annalena Baerbock, pronto se verá en una situación difícil.
Alemania ha sido crucial en la construcción del gasoducto germano-ruso Nord Stream 2, que Baerbock ha criticado abiertamente. Aunque el gasoducto se ha completado recientemente, la semana pasada Alemania confirmó que no se abrirá si Rusia invade Ucrania.
Máxima ironía
Así, teniendo en cuenta la posible inseguridad del suministro de gas procedente de Rusia, Alemania podría tener que recurrir a la energía nuclear francesa.
Con el sistema energético integrado de la UE -que Macron está ansioso por ampliar-, Alemania podría importar factiblemente energía nuclear de Francia. Pero al tener uno de los movimientos antinucleares más consistentes del mundo, esta sería una decisión impopular en Alemania, donde la energía nuclear se considera peligrosa debido a los residuos radiactivos.
Además de la llamada soberanía, la justificación de Francia para la energía nuclear incluye las menores emisiones de CO2, en comparación con el gas. Pero Alemania espera utilizar el gas como tecnología puente, alejándose de fuentes de energía más dañinas como el carbón y el petróleo.
En particular, el sector del transporte alemán ha sido un punto de fricción, ya que es la única industria que no frena las emisiones de CO2desde los años 90.
La descarbonización del sector del transporte será otra prueba para la coalición alemana y los biocombustibles renovables podrían facilitar esta transición.
Un caso práctico procede del sudeste asiático, donde Malasia ha garantizado que su producción de biocombustibles cumple con estrictas normas medioambientales en el marco del sistema de certificación de aceite de palma MSPO, legalmente vinculante.
Los próximos meses mostrarán si la coalición alemana resuelve sus diferencias sobre la taxonomía de la UE y cómo descarbonizar sus industrias contaminantes en casa.
La disputa entre Francia y Alemania llega en un momento frágil, ya que la coalición ha admitido que “probablemente no alcanzará sus objetivos climáticos” para 2022 y 2023, lo que supone un notable revés político para los Verdes.
En última instancia, la coalición alemana podría no tener más remedio que reconciliarse con Francia o Rusia, una medida que podría perjudicar gravemente su credibilidad y, en el peor de los casos, poner en peligro su futuro.