En la década que siguió a la crisis financiera y a la consiguiente recesión económica, el emblemático régimen de comercio de derechos de emisión (RCDE) de la UE se vio afectado por los bajos precios y los escasos esfuerzos de reducción porque había más derechos disponibles de los que las empresas necesitaban para cubrir sus emisiones.
Esto llevó a las empresas a acumular una gran reserva de derechos no utilizados. En un intento de elevar y estabilizar los precios, la UE creó la llamada Reserva de Estabilidad del Mercado (RSM).
Condiciona la disponibilidad de los derechos de emisión al tamaño de las reservas totales de las empresas: cuanto más almacenen las empresas, más reducirá la oferta la MSR.
Desgraciadamente, el tamaño de las reservas es un mal indicador de la escasez esperada y de la estabilidad del mercado. No sólo el exceso de oferta en el pasado hace que las empresas ahorren derechos de emisión, sino que también almacenan derechos de emisión como medida de precaución cuando prevén un futuro aumento de la escasez.
Un ejemplo fue el último anuncio de la UE sobre objetivos climáticos más ambiciosos en otoño de 2020. Los precios alcanzaron máximos históricos a pesar del aumento de las reservas, desafiando la caída económica provocada por la pandemia de Covid-19.
El MSR no puede distinguir entre las diferentes razones de las empresas para acumular existencias y responde a ambas contrayendo la oferta y aumentando así la escasez.
Sin embargo, la distinción es importante: la contratación de la oferta es eficaz contra el exceso de oferta en el pasado, pero es contraproducente en caso de que se prevea un aumento de la escasez.
En este último caso, se echa leña al fuego y se desestabiliza el mercado al aumentar los movimientos de precios. Quemar la cosecha no es una medida inteligente cuando se prepara para una futura escasez.
Las nuevas normas propuestas por la Comisión de la UE intensificarían el impacto del MSR. Su respuesta a cualquier cambio en las reservas se volvería más audaz, para bien o para mal.
Esto socava aún más las fuerzas autoestabilizadoras del mercado.
Doble problema
En primer lugar, porque hace inútil el ahorro por precaución de las empresas a nivel de mercado al restringir la oferta futura en respuesta a cada derecho de emisión adicional ahorrado por las empresas.
En segundo lugar, porque invita a la especulación malsana. Para ver por qué, supongamos que el precio de los derechos de emisión aumenta aunque no haya un cambio correspondiente en los fundamentos del mercado.
En un mercado sano, los comerciantes racionales tienen un incentivo para participar en el arbitraje contra las burbujas, disciplinando el mercado. Ahora, con el MSR en marcha, la reducción adicional inducida por los precios más altos aumenta las reservas y provoca cancelaciones adicionales de derechos de emisión por el MSR.
Esto crea un cambio en los fundamentos que coincide con el cambio de precios y convierte el aire caliente en hechos. Este tipo de profecías autocumplidas y las apuestas para que se produzcan socavan la estabilidad del mercado.
En definitiva, el MSR hace exactamente lo contrario de lo que su nombre sugiere.
¿Cómo se puede gestionar la escasez, las reservas y los precios de manera que se creen señales creíbles y estables para la descarbonización de las industrias europeas clave?
El comercio de derechos de emisión con un tope anual decreciente, como en el RCCDE, es un muy buen punto de partida.
Sin embargo, el MSR necesita una revisión. Sus intervenciones deberían basarse en una medida fiable de la escasez.
La mejor disponible es el precio de los derechos de emisión. Independientemente de si el cambio en la escasez se origina en el pasado, en el presente o se anticipa para el futuro, el precio agrega toda la información disponible para los participantes en el mercado.
En el contexto del RCCDE, también refleja el esfuerzo que las empresas están dispuestas a realizar para reducir las emisiones.
Si las empresas se esfuerzan mucho (los precios son altos), tiene sentido aliviar un poco la presión y aumentar la oferta de derechos. Si son perezosas (los precios son bajos), se puede apretar el cinturón y reducir la oferta de derechos.
En resumen, si la Comisión de la UE no quiere que los contaminadores sean perezosos, debería condicionar la medida a lo mucho que trabajen para reducir una tonelada más de emisiones en la reserva de derechos: su precio. Así es como se estabilizan los mercados.
Un MSR basado en el precio impulsaría la estabilidad del mercado y crearía transparencia sobre cómo interactúan las políticas climáticas nacionales con el RCCDE. El análisis jurídico indica que podría aplicarse por mayoría cualificada.
Cambiar la medida de la escasez requeriría una postura clara por parte de la UE sobre cómo quiere compensar las reducciones de emisiones con menores cargas financieras para la industria y los consumidores.
En una época en la que el apoyo público a la tarificación del carbono es escaso, esto supone una oportunidad para recuperar la confianza. Además, puede facilitar la vinculación con otros mercados de carbono. Los del Reino Unido y Norteamérica ya cuentan con mecanismos de estabilidad basados en los precios.
Aabordar los esfuerzos de reducción a corto plazo, los precios o la estabilidad del mercado además de lograr el objetivo climático, el actual MSR debería fijarse en lugar de reforzarse y copiarse al nuevo ETS para edificios y transporte, como se sugiere en la propuesta de la comisión.
Quemar las reservas por el mero hecho de hacerlo no es sostenible ni acertado en el camino de Europa hacia el objetivo cero.