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Las ONG revelan 71 casos de “puertas giratorias” en los gigantes de los combustibles fósiles

Una nueva investigación reveló el lunes (25 de octubre) docenas de casos de “puertas giratorias” en algunas de las mayores empresas petroleras y de gas de la UE y en sus grupos de presión, lo que ha provocado un llamamiento a favor de normas éticas más estrictas, similares a las de la industria del tabaco.

El fenómeno de las “puertas giratorias”, consistente en que los funcionarios del sector público se marchan para desempeñar funciones a menudo más lucrativas en el sector privado correspondiente, crea un riesgo de conflicto de intereses, ya que su situación anterior, sus contactos y sus conocimientos internos pueden beneficiar a sus nuevos empleadores.

Exconsejeros de la Comisión Europea, embajadores de la UE, eurodiputados, diputados nacionales, ministros de energía y finanzas, e incluso miembros de las Naciones Unidas, figuran en la lista de 71 funcionarios que desempeñaron un papel público antes de ser contratados por empresas de combustibles fósiles, y viceversa, desde 2015.

La investigación se centra en los casos de puertas giratorias relacionados con seis empresas de combustibles fósiles (Shell, BP, Total, Equinor, ENI y Galp), y cinco de sus grupos de presión (Hydrogen Europe, Eurogas, FuelsEurope, IOGP, CEFIC).

Colectivamente, han gastado más de 170 millones de euros en la elaboración de políticas de la UE durante los últimos siete años.

Los casos incluyen a la ex ministra de Energía británica Amber Rudd, que más tarde se convirtió en presidenta del grupo asesor internacional de la noruega Equinor en el Reino Unido, y al ex viceprimer ministro holandés Gerrit Zalm, que más tarde fue nombrado director independiente no ejecutivo de Shell para dirigir las negociaciones con el gobierno holandés.

El informe también menciona a la actual asesora especial del jefe de la política exterior de la UE, Josep Borrell, Nathalie Tocci, que también es directora no ejecutiva independiente del gigante energético italiano Eni, y al ex eurodiputado Jorgo Chatzimarkakis, que posteriormente fue nombrado secretario general de Hydrogen Europe.

Amigos de la Tierra Europa, Corporate Europe Observatory y Food & Water Action Europe, que realizaron conjuntamente esta investigación, advirtieron que la cantidad de estos casos ilustra “lo grave que es el problema de los conflictos de intereses en la elaboración de políticas climáticas” y lo inadecuado de las normas actuales.

La sociedad civil, el Defensor del Pueblo de la UE y los eurodiputados están liderando una campaña para reforzar las normas éticas actuales.

La Defensora del Pueblo de la UE, Emily O’Reilly, inició este año una importante investigación en la que se examinan 100 expedientes de puertas giratorias de altos y medios directivos de la Comisión Europea.

El Parlamento Europeo, por su parte, pide la creación de un nuevo órgano de ética independiente de la UE para aumentar la transparencia de las actividades de los funcionarios de la UE, incluidos los casos de puertas giratorias.

Por su parte, las ONG piden un periodo de reflexión de cinco años para los funcionarios públicos normales y de 10 años para los cargos de alto nivel, lo que se refiere al tiempo que transcurre antes de pasar a ocupar puestos en empresas de combustibles fósiles.

Los periodos de reflexión varían de dos a tres años según las funciones del personal en la UE y los Estados miembros. En Francia, por ejemplo, también es de tres años para los funcionarios de alto nivel.

“Debemos separar los intereses de los combustibles fósiles de los responsables políticos, de forma similar a las restricciones legales existentes para la industria del tabaco”, dijo Myriam Douo, de Amigos de la Tierra Europa.

Además de los casos de puertas giratorias, el nuevo informe también reveló 568 reuniones entre funcionarios de alto nivel de la Comisión Europea y representantes de estas empresas y sus asociaciones desde 2015.

Esta cifra representa una media de 1,5 reuniones con altos funcionarios de la comisión de la UE cada semana, durante los últimos siete años.

Sin embargo, según la normativa actual, solo los altos funcionarios de las instituciones de la UE tienen la obligación de registrar sus reuniones con los grupos de presión.

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