El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se dirige el martes (1 de febrero) a Moscú para reunirse con el presidente ruso, Vladímir Putin, en un momento en que la UE y la OTAN buscan una respuesta unida a la amenaza militar de Rusia en las fronteras de Ucrania.
El viaje se produce después de que el divisivo líder húngaro asistiera a una reunión de partidos europeos ultranacionalistas en Madrid. Hungría es vecina de Ucrania, donde hay una gran minoría étnica húngara.
Hungría es miembro de la UE y de la OTAN, pero Orbán ha sido tachado de caballo de Troya de Putin en la UE por su estrecha relación con éste.
Orbán también ha recibido críticas de la oposición política interna de Hungría, que calificó la visita -que se produce tres meses antes de las elecciones nacionales de abril- de perjudicial y contraria al interés nacional.
Orbán ha criticado en el pasado las sanciones de la UE a Rusia -aunque su gobierno no las ha vetado- y Hungría ha sido también el único Estado miembro de la UE que ha utilizado la vacuna rusa Sputnik Covid-19 a pesar de que aún no ha sido aprobada por el regulador de medicamentos de la UE.
Orbán se ha mantenido relativamente tranquilo sobre la reciente escalada en torno a Ucrania. El viernes pasado, dijo en su habitual entrevista radiofónica que “tenemos interés en mantener la paz”.
Su ministro de Asuntos Exteriores, Péter Szijjártó, declaró al diario progubernamental húngaro Magyar Nemzet que “nadie puede pedir” que Hungría enfríe las relaciones con Rusia en las circunstancias actuales.
Szijjártó culpó a Ucrania de “privar” de derechos a los húngaros étnicos y de ser provocadora. Eso, dijo, dificulta que Budapest ayude a Ucrania “incluso en este conflicto” con Rusia.
Mensaje en Moscú
Sin embargo, los críticos temen que Putin utilice a Orbán para sembrar más divisiones en la UE y la OTAN.
“Este viaje puede beneficiar fácilmente a Putin para mostrar la división entre los miembros de la UE y la OTAN, mientras que conlleva riesgos diplomáticos para Orbán”, dijo a novedades24 Péter Krekó, analista del thinktank Political Capital, con sede en Budapest.
“En términos de oportunidad, a Orbán no parece importarle quedar retratado como alguien que aplica la voluntad de Putin”, dijo.
Los aliados europeos seguirán de cerca el mensaje de Orbán en Moscú.
Un funcionario de la UE recordó que los líderes de la UE se relacionan a menudo con Putin -el presidente francés, Emmanuel Macron, mantuvo una llamada telefónica con el líder ruso el pasado viernes-, por lo que la visita de Orbán no es en sí misma algo fuera de lo común.
La política de la UE es alcanzar una solución a través del diálogo con Moscú. El propio Orbán dijo que se coordinaría con los aliados de la UE antes de ir a Moscú.
“No hay ningún problema, si canaliza la fuerte posición de la UE sobre la unidad de la UE a la luz de la provocación rusa, entrega una fuerte advertencia sobre las medidas de la UE previstas en caso de que Rusia se intensifique, explica a Putin lo inaceptable de este comportamiento y lo convence de desescalar”, dijo un funcionario de la UE.
“Si sólo va allí para hablar de las inversiones rusas en Hungría, eso es una prueba de comportamiento no europeo”, añadió el funcionario.
Sin embargo, según el ministro de Asuntos Exteriores de Orbán, esto es lo que piensa hacer en Moscú.
Gas, nuclear y espacio
Szijjártó dijo la semana pasada que la agenda incluiría las compras de gas húngaro a Rusia, la producción de la vacuna Sputnik en Hungría, las conversaciones sobre la largamente retrasada planta nuclear Paks II, que Rusia está construyendo, y la política espacial.
El control de los precios de la energía ha sido un mensaje clave de la campaña política de Orbán durante varios años, y ha culpado de los altos precios actuales de la energía a la UE, un chivo expiatorio constante para Orbán.
Rusia y Hungría cerraron su acuerdo de gas a largo plazo el pasado mes de septiembre, pero los términos permanecen en secreto, por lo que cualquier reivindicación de Orbán será difícil de comprobar.
Paks II, la central nuclear que construirá Rusia, en parte gracias a préstamos con este país, cuya construcción se ha retrasado cinco años, y sigue enfrentándose a obstáculos administrativos en medio de serias preocupaciones por estar situada en una falla sismológica activa.
La cuestión de Rusia divide al Fidesz y también a los aliados conservadores y de extrema derecha de Orbán.
En la declaración final de los partidos de derecha del domingo, la versión polaca incluyó una línea sobre la amenaza rusa, mientras que -en francés- no lo hizo. La líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, ha sido acusada de recibir fondos de Rusia.
El levantamiento húngaro de 1956 contra el comunismo, que fue aplastado por los tanques soviéticos, sigue formando parte de la conciencia nacional, y hace que muchos en el país se sientan incómodos con el apoyo de Orbán a Putin.
El propio Orbán comenzó su carrera política cuando llamópara que las tropas soviéticas abandonaran Hungría en 1989, como líder de la oposición estudiantil.
“El problema es que Viktor Orbán subordina la relación con Moscú únicamente a sus propios intereses personales materiales y políticos”, dijo el candidato conjunto de la oposición húngara Péter Márki-Zay en un post de Facebook.
“Viktor Orbán traicionó nuestras tradiciones históricas, sus mártires del 48 y del 56, el sueño milenario del país: La integración occidental”, escribió.