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Por qué la creciente militarización de la UE debería preocuparnos a todos

A medida que la guerra en Ucrania entra en su quinto mes, con miles de muertos civiles y millones de desplazados, la campaña rusa no da señales de ceder. En respuesta, los aliados de Ucrania siguen reforzando las defensas del país con cantidades de ayuda militar sin precedentes.

Con el estrechamiento del camino hacia la paz, la UE debería considerar las implicaciones a largo plazo del apoyo de defensa sin restricciones a Ucrania y la creciente militarización de la política exterior de la UE.

  • Bajo el mandato del alemán Olaf Scholz, se ha producido un cambio drástico con respecto a su posición anterior, que daba prioridad a los planteamientos civiles y a que no existe una solución militar para los conflictos complejos y violentos (Foto: Consejo de la Unión Europea)

Preparándose para una larga guerra de desgaste, los Estados europeos están aumentando sus propias “capacidades” de defensa y ampliando las exportaciones de armas. Se trata de un cambio de paradigma en el pensamiento militar europeo sobre las crisis y los conflictos violentos.

La nueva “Brújula Estratégica” de la UE lo confirma con su enfoque militarizado de “la seguridad es lo primero”, en el que el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, aboga por unas fuerzas armadas europeas interoperables.

Sin una inversión a largo plazo en la construcción de la paz, el enfoque de la UE en materia de defensa sólo conducirá a una carrera armamentística más agresiva. Esto exacerba las tensiones geopolíticas y pone en peligro los principios y valores fundacionales de la UE, especialmente la paz a largo plazo, la justicia social y la protección de los civiles.

A medida que la línea entre las políticas exterior y militar se difumina, los enfoques de desarrollo y derechos humanos centrados en los civiles se quedan en el camino.

La disparidad de trato entre los refugiados de Ucrania y los de Afganistán, o la negligencia mostrada hacia los millones de yemeníes que soportan su octavo año de guerra brutal.

Las prisas por encontrar soluciones militares pueden tener graves consecuencias: algunos han calificado el Fondo Europeo para la Paz (que ya ha prometido más de 2.000 millones de euros en equipamiento para Ucrania) de “arma insegura”.

Vuelta de tuerca alemana

Este cambio hacia una mentalidad militar ha surgido en lugares inesperados. Adoptando el “lenguaje del poder”, el canciller alemán Olaf Scholz anunció un espectacular cambio en la política de defensa, con un nuevo paquete de defensa de 100.000 millones de euros.

El futuro gasto alemán en defensa, dijo, representaría más del dos por ciento del PIB, superando el objetivo de gasto anual de la OTAN.

Se trata de un cambio drástico con respecto a su posición anterior, que situaba los planteamientos civiles en primer plano y que no existe una solución militar para los conflictos complejos y violentos.

Sahel, Yemen, Irak y Afganistán

Este “importante cambio” en la estrategia de defensa de Alemania, que viene de lejos, refleja la tendencia a depender cada vez más de las estrategias militares para resolver conflictos violentos cada vez más complejos. Esto es así a pesar de los bien documentados y desastrosos resultados de las intervenciones militares de los Estados miembros europeos en el Sahel, Yemen, Irak y Afganistán.

Desde 2014, la UE ha invertido más de 1.400 millones de euros en el Sahel, apoyando y equipando a las fuerzas militares y de seguridad en Malí, Níger, Burkina Faso, Chad y Mauritania.

¿El resultado? Fuerzas de seguridad que cometen impunemente actos de violencia mortal contra la población civil. En 2020, según la agencia especializada en cartografía de crisis ACLED, y la FIDH, un ciudadano de Malí tenía más probabilidades de ser asesinado por las fuerzas de seguridad del Estado que por grupos armados violentos. A pesar de estos resultados catastróficos, la UE sigue adelante con sus planes (según informa EUObserver) de establecer nuevas misiones militares en la región.

Los abusos cometidos por las fuerzas policiales y militares y sus aliados, como los cometidos en el Sahel, muestran cómo la fuerte inversión de la UE en el desarrollo de las capacidades de las fuerzas nacionales no ha logrado abordar la corrupción rampante y la impunidad generalizada endémica de estas fuerzas en todo el Sahel y en Afganistán.

Al encontrarse la población en el punto de mira entre las agresivas agendas antiterroristas y los violentos grupos armados, incluidas las milicias locales, la opinión pública de la región del Sahel se ha vuelto contra los franceses, que han liderado la intervención internacional. ¿Cómo promueve esto la seguridad y la paz a largo plazo en la región, y en otros lugares?

Por el contrario, este statu quo militarizado ha restado prioridad a los esfuerzos por abordar la violencia política que impulsa los conflictos en todo el Sahel, donde las élites políticas alimentan la violencia comunitaria, a menudo para consolidar sus propias bases de poder.

Si hay una lección que podemos aprender de estos ejemplos, es que necesitamos urgentemente enfoques que desescalen los conflictos violentos centrándose en las necesidades de la gente; abordar las tensiones profundamente arraigadas que estallan enintensificar la violencia entre comunidades, estados y regiones; y crear condiciones para la paz.

Europa se enfrenta a una prueba: en lugar de contribuir a la proliferación de armas y a las consiguientes catástrofes económicas y de seguridad -como se ha visto en el Sahel, Afganistán, Yemen e Irak- debemos adoptar una postura valiente y reorientar nuestras prioridades hacia la promoción de los principios básicos de la UE en materia de intervenciones de política exterior basadas en los derechos que puedan construir la paz.

Sin una intensa labor de asociación con las personas y las comunidades, y sin respuestas a las crisis que respondan a las múltiples dimensiones de la seguridad más allá de la fuerza militar (como la educación, la salud, el acceso a los medios de subsistencia y la justicia), la asistencia militar está condenada a repetir errores mortales.

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