Qué significa para la UE la apuesta de China por Moscú

Justo cuando se esperaba que estuviera entrando en la altitud de crucero del anunciado “siglo chino”, de repente China parece no acertar ni un paso. Primero el país chapuceó en su respuesta a la pandemia de Covid-19. Ahora está apoyando la guerra no provocada, ilegal y genocida de Rusia contra Ucrania. Todo esto tiene un coste enorme para los propios intereses y la posición internacional de China.

En menos de un año, China ha echado por la borda una narrativa que había cultivado cuidadosamente durante décadas. El “ascenso pacífico y armonioso de China en el sistema mundial” ya no existe. Su “compromiso con la vía del desarrollo pacífico” no son más que palabras vacías, a la luz de su apoyo activo y pasivo a la beligerante Rusia en su guerra ilegal contra el Estado soberano de Ucrania.

Qué diferente podría haber sido.

Al principio de la guerra de Rusia -y ahora también de China-, China podía beneficiarse de un enorme dividendo de paz. Debería haber tenido el interés y tenía las claves para poner fin a esta guerra. Si hubiera jugado sus cartas en consecuencia, la comunidad mundial habría reconocido al instante el nuevo papel global de China y su “mayoría de edad”. Es difícil pensar que Deng Xiaoping, Jiang Zemin o Hu Jintao hubieran desaprovechado esta oportunidad.

La dudosa posición de China

Sin embargo, China eligió otro camino. Mientras China sigue llamando “crisis de Ucrania” a la invasión y la guerra de Rusia, no reconoce a Rusia como el agresor y a Ucrania como la víctima.

Cuando una abrumadora mayoría de los países del mundo han votado a favor de resoluciones en la Asamblea General de la ONU, pidiendo a Rusia que se retire de Ucrania y ponga fin a la guerra con efecto inmediato, China se ha colocado en una muy dudosa minoría al abstenerse.

Al ponerse del lado de dictadores de pacotilla, Estados fallidos y otras entidades sin principios, China revela más de sí misma de lo que quizá pretendía.

Aunque China ha querido presentar la guerra de Rusia contra Ucrania como un conflicto entre vecinos en el que terceras partes como ella pueden intentar actuar como mediadores, sus acciones no son las de un Estado neutral.

La voluntad de China de apoyar la economía de Rusia y el papel de los medios de comunicación estatales chinos en la repetición de la propaganda rusa son ejemplos de ello.

Las exportaciones chinas de equipamiento militar a Rusia desde el comienzo de la guerra y las recientes sugerencias de que China está considerando proporcionar también ayuda letal a Rusia la convierten en un agresor, no en un pacificador.

La reciente Posición de China sobre el Arreglo Político de la Crisis Ucraniana está lejos de ser una apertura creíble para las conversaciones de paz por derecho propio, ya que no reconoce la violación de la soberanía ucraniana por parte de Rusia ni proporciona un plan concreto.

Igualmente importante es el hecho de que la propia credibilidad de China como intermediario honesto para las conversaciones de paz se ha visto seriamente socavada por sus propias acciones.

La ambivalencia de China ante las atrocidades cometidas por Rusia y su apoyo abierto y encubierto a los autores han puesto en entredicho su compromiso con sus propios principios de coexistencia pacífica, soberanía e integridad territorial.

Con sus palabras y acciones, China se ha puesto del lado de Rusia, que está masacrando a civiles en un país vecino, destruyendo ciudades, bombardeando viviendas, minando parques infantiles, secuestrando y torturando a personas y obligando a los ucranianos a convertirse en refugiados.

Así las cosas, China, con su apoyo irreflexivo y sin principios a la guerra de Rusia, ha perjudicado gravemente su estatus y prestigio mundiales. Apoyar a Rusia supone el riesgo de ralentizar aún más la economía china y debilitar su poder mundial.

La elección de China – ahora

China aún puede intentar corregir los errores cometidos, y éste debería ser su principal interés. Un buen punto de partida sería alinearse con la mayoría de la comunidad mundial y reconocer que, en esta guerra, un vecino está matando y torturando al otro y robando ilegalmente sus bienes, y que para poner fin a esta guerra es necesario detener al agresor. Exigiría ayudar al agredido en lugar de apoyar activamente al agresor.

China tiene el poder de interrumpir la capacidad de Rusia para continuar su ataque asesino y ayudar a Ucrania.

Al condenar la agresión rusa y detener el comercio que beneficia a la economía de guerra rusa, China aún podría intentar rescatar su imagen ante la comunidad mundial. Todavía podría ayudar a garantizar que la reordenación en curso del sistema económico y político del mundo no conduzca a un mundo polarizado que, en última instancia, será perjudicial para la seguridad mundial.para la economía china y su posición internacional.

Sin embargo, si China decide continuar o, peor aún, intensificar su apoyo a la guerra de Rusia, esto inevitablemente unirá aún más a Occidente. A la UE no le quedará más remedio que, por ejemplo, sancionar a las empresas chinas que se dediquen a apoyar el esfuerzo bélico ruso y desmantelar cada vez más las cadenas de suministro en las que participe China.

Las futuras relaciones UE-China se definen hoy.

China ha pedido en numerosas ocasiones a la UE que no siga el ejemplo de EE.UU. y que no elija a EE.UU. antes que a China. Sin embargo, el enfoque actual de China sobre Ucrania significa que en realidad está tomando esta decisión por la UE. Si China sigue por el camino actual, sus deseos y esperanzas de confianza mutua o de profundizar en la cooperación con la UE se verán aniquilados por sus propias acciones.

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