MOSCÚ — Las autoridades rusas han publicado una nueva normativa sobre el entierro masivo acelerado de personas y animales que mueren como consecuencia de conflictos militares o emergencias no combatientes, avivando las tensiones que ya han aumentado y que indican que el país podría estar preparando la invasión de Ucrania.
El documento -publicado en el sitio web del Ministerio de Emergencias el 20 de diciembre- aparece cuando Estados Unidos, la Unión Europea y Ucrania han expresado su alarma por la acumulación de decenas de miles de soldados por parte de Rusia cerca de las fronteras de Ucrania, interpretándolo como un posible preludio de una acción militar.
Rusia ha negado que esté planeando invadir Ucrania y ha planteado una serie de exigencias, entre ellas el diálogo directo con Estados Unidos para resolver los problemas de seguridad. Moscú busca una garantía de que Ucrania no se convertirá un día en miembro de la OTAN.
Según el documento, los entierros masivos acelerados se refieren a los “muertos durante los conflictos militares o como resultado de estos conflictos, o, si es necesario, como resultado de una emergencia en tiempo de paz”. La normativa entrará en vigor a partir del 1 de febrero de 2022.
La normativa no permitirá que las fosas comunes se sitúen cerca de los sistemas de abastecimiento de agua y de alcantarillado, de las fuentes naturales de agua mineral y de los ríos y lagos con niveles de agua de hasta 2 metros desde la superficie del terreno.
El documento también dice que las autoridades regionales serán responsables de preparar y llevar a cabo los trabajos relacionados con las fosas comunes.
El actual conflicto militar entre los separatistas prorrusos y las fuerzas armadas de Kiev en las regiones orientales ucranianas de Donetsk y Luhansk ha desplazado a más de 1,5 millones de personas y ha causado más de 13.200 muertos.
Algunas zonas de las regiones de Luhansk y Donetsk, comúnmente conocidas como el Donbás, han estado bajo el control de los separatistas respaldados por Moscú desde abril de 2014.
El conflicto comenzó después de que Rusia invadiera y ocupara la península ucraniana de Crimea en febrero-marzo de 2014.
A pesar de las abrumadoras pruebas que demuestran que Rusia ha proporcionado apoyo militar, económico y político a los separatistas, Moscú mantiene que no está involucrada en los asuntos internos de Ucrania.