El espacio Schengen es sin duda uno de los mayores logros de la UE. Los viajes sin restricciones benefician a millones de ciudadanos y empresas europeas. Pero para Bulgaria y Rumanía, la UE aún no ha hecho realidad este sueño sin fronteras.
Más bien al contrario, el proceso de adhesión a la zona de libre circulación se ha convertido en una pesadilla recurrente para dos países situados en la frontera exterior de la UE.
La semana pasada se cumplieron 11 años desde que los gobiernos de tendencia conservadora vetaron la solicitud de Rumanía y Bulgaria para ingresar en el espacio Schengen.
Tanto Bulgaria como Rumanía han completado todas las etapas del proceso de evaluación para ingresar en el bloque sin pasaporte. Esto formaba parte del acuerdo. Sin embargo, a pesar de los reiterados llamamientos del Parlamento Europeo, el proceso se ha retrasado de forma inaceptable durante años por razones totalmente ajenas a la gestión sostenible y responsable de las fronteras exteriores de la UE.
A pesar de que ambos países se esforzaron por asegurarse de que estaban preparados para la libre circulación, más de una década después, ambos países siguen esperando. Año tras año, los esfuerzos de Sofía y Bucarest han sido ignorados.
Sin ninguna razón objetiva, Rumanía y Bulgaria se han quedado esperando en la puerta durante demasiado tiempo. La paciencia tiene sus límites. Los gobiernos de la UE no pueden seguir traicionando los valores de solidaridad y cohesión de la UE.
En los últimos años, Europa se ha visto presionada en múltiples frentes.
Primero por la crisis financiera, luego por la pandemia del Covid-19 y más recientemente por la guerra de Rusia contra Ucrania y el efecto resultante del aumento de los precios de la energía.
Los países de la frontera de la UE con Ucrania han mostrado niveles de solidaridad sin precedentes, haciendo frente a la afluencia de refugiados.
Doble moral populista
Los gobiernos populistas en el Consejo de la UE tienen que dejar ahora el doble rasero y mostrar el mismo espíritu de solidaridad.
Europa tiene que recuperarse junta. Tenemos que dar a los Estados miembros la mejor oportunidad de recuperarse plenamente utilizando todos los medios a nuestro alcance. Permitir que Rumanía y Bulgaria se unan a Schengen impulsará la actividad económica y puede ayudar a que más trabajadores tengan un mejor salario.
Formar parte de Schengen eliminará los controles fronterizos para los vehículos de pasajeros y de transporte por carretera y reducirá los tiempos de espera en las fronteras, dejando los días de largas colas en un recuerdo lejano.
Las repercusiones de un nuevo aplazamiento podrían ser muy costosas, tanto en términos de seguridad como de economía. No sólo se mantendrían los costes económicos por estar fuera del espacio Schengen, sino que aumentaría el riesgo de desconfianza en la voluntad política de la Unión Europea de cumplir sus compromisos políticos.
Ahora Europa se encuentra en tiempos inciertos. Con la guerra en las fronteras de Europa, hay graves interrupciones en las cadenas de suministro. El euroescepticismo aumenta en todos los rincones de Europa. Hay partidos de extrema derecha que se abren paso en el gobierno en países como Suecia e Italia con el objetivo de destrozar Europa.
Al mismo tiempo, tenemos la oportunidad de reforzar el sentimiento proeuropeo durante una generación en Rumanía y Bulgaria. Más promesas incumplidas harán lo contrario.
No garantizar que todos los ciudadanos europeos puedan beneficiarse de la libre circulación dentro de Schengen alimenta los sentimientos de injusticia y trato injusto. No es el momento de dañar la popularidad de la UE ni de socavar el apoyo público a la acción común europea.
En última instancia, el precio político de este retraso podría ser pagado por las fuerzas proeuropeas. El eterno objetivo de la UE de reducir las desigualdades a través de la política de cohesión también se ve ampliamente socavado por el perpetuo bloqueo a la adhesión.
Ahora es el momento de unir a la UE, no de profundizar en líneas divisorias que no deberían existir en primer lugar. El canciller socialdemócrata alemán, Olaf Scholz, entiende la necesidad de centrarse en la unidad y recientemente ha apoyado públicamente que Bulgaria, Rumanía y Croacia sean miembros de pleno derecho de Schengen.
Por ello, los socialistas y los demócratas están trabajando duro para volver a centrar las mentes en la UE y poner a Schengen en lo más alto de la agenda del Parlamento Europeo este mes.
Tenemos la intención de utilizar todos nuestros resortes de responsabilidad y escrutinio democráticos para pedir a los gobiernos de los Estados miembros que dejen de esconderse detrás de diferentes excusas y levanten todos los controles fronterizos internos con Bulgaria y Rumanía.
Este Parlamento Europeo tiene el deber de representar a todos los ciudadanos de la UE en todos los rincones del bloque. Debemos mantener la presión para recordar a los líderes de la UE que tienen el mismo deber de garantizar que los ciudadanos rumanos y búlgaros vivan el sueño más pronto que tarde.