El calentamiento global y los fenómenos meteorológicos extremos son retos globales comunes que nos preocupan a todos. Es alentador ver que la UE ha tomado la delantera en las conversaciones de la ONU sobre el cambio climático en Copenhague, París y Glasgow, dando así un nuevo impulso a los esfuerzos multilaterales para luchar contra el cambio climático.
Es más, la UE está liderando el camino para impulsar los objetivos climáticos aún más a través de sus políticas de desarrollo, programas de inversión y proporcionando incentivos financieros para la transición verde.
Es importante destacar que la pandemia de Covid-19 y sus consecuencias socioeconómicas han impulsado aún más las ambiciones ecológicas del bloque.
Sin embargo, muchos estamos pendientes de si estos compromisos se verán afectados por la guerra de Rusia contra Ucrania y el empeoramiento del panorama geopolítico.
De hecho, este sombrío momento requiere que China y la UE dejen de lado sus diferencias y refuercen su cooperación en la transición ecológica, aunque sea difícil hacerlo.
Pekín y Washington han dado ejemplo de esa cooperación al firmar tres comunicados oficiales relacionados con el clima durante el segundo mandato del presidente Barack Obama, y la administración Biden también ha mantenido conversaciones con China sobre cuestiones relacionadas con el Acuerdo de París.
Esto ilustra la voluntad de ambas partes de colaborar en la lucha contra el cambio climático a pesar de sus muchas otras áreas de discordia.
Estas conversaciones entre Estados Unidos y China deberían ser una referencia para los responsables políticos de Bruselas, que podrían estar buscando garantías de la determinación de Pekín para avanzar en la aplicación del Acuerdo de París y una prueba del compromiso de China con la política climática internacional.
Bruselas y Pekín deben trabajar codo con codo para garantizar que no se produzca un retroceso en los esfuerzos colectivos para reducir las emisiones de carbono y lograr la neutralidad del carbono en los próximos años.
Es importante que tanto Pekín como Bruselas conviertan sus compromisos climáticos internacionales en políticas nacionales.
Al igual que la UE está tratando de hacer a través de su Green Deal, las promesas internacionales de China de alcanzar un pico de emisiones de carbono antes de 2030, además de lograr la neutralidad de carbono alrededor de 2060 (que se hicieron en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2020), se están integrando en el 14º Plan Quinquenal del país (2021-2025) para el Desarrollo Económico y Social Nacional.
En 2030, la proporción de energía no fósil en el uso de energía primaria representará alrededor del 25% en China, mientras que la UE ha establecido un objetivo vinculante del 32% para la energía renovable en la combinación energética del bloque para 2030.
Según el documento, el gobierno central de China apoya a las provincias, los municipios y las regiones autónomas si tienen las condiciones adecuadas para cumplir estos objetivos antes de lo previsto.
La UE es puntera, pero China se pone al día rápidamente
China también ha anunciado un megaproyecto para construir 450 gigavatios (GW) de capacidad de generación de energía solar y eólica en sus regiones occidentales, al tiempo que trata de elevar la capacidad eólica y solar total del país a un mínimo de 1.200 GW y de limitar sus emisiones de carbono a un máximo para 2030.
Los gobiernos provinciales de China compiten entre sí para tratar de tomar la delantera en el cumplimiento de estos objetivos, los científicos e investigadores exploran activamente los avances tecnológicos con bajas emisiones de carbono, las instituciones financieras ofrecen amplios incentivos y las empresas buscan nuevas oportunidades de inversión. Muchas están dispuestas a cooperar con sus socios europeos en una serie de iniciativas de desarrollo ecológico.
La UE alberga muchas universidades de renombre basadas en la investigación, excelentes científicos y muchas empresas de vanguardia, que dan al bloque una fuerte ventaja competitiva para lograr la transición verde. Por lo tanto, la UE debería examinar más detenidamente las oportunidades de inversión verde en China.
De hecho, China se está poniendo al día rápidamente. Por ejemplo, varios fabricantes de automóviles chinos están planeando vender vehículos eléctricos para pasajeros en la UE. Es de esperar que, al igual que China mantuvo su mercado abierto para la industria automovilística europea, la UE garantice una política de apertura del mercado y acoja esos vehículos verdes o de bajas emisiones procedentes de China, que ayudarán a realizar la transición climática de la UE.
Esta cooperación será mutuamente beneficiosa, ya que ayudará a crear puestos de trabajo y a ampliar la investigación y el desarrollo ecológicos.
Respondiendo a las demandas de las empresas europeas y chinas, China y la UE deberían profundizar en su asociación verde y dar ejemplo a otros países promoviendo la competencia leal en la apertura del mercado de cada uno, compartiendo nuevas tecnologías, financiando la inversión verde y facilitando los intercambios entre empresas y científicos.
Esto no será fácil dado el actual entorno geopolítico y los temoresen Estados Unidos y la UE ante el ascenso de China. La UE, por ejemplo, podría apartarse de esa cooperación en su afán por lograr una mayor autonomía estratégica y en medio de las peticiones de protección de sus llamadas tecnologías básicas.
Un exceso de barreras normativas también será perjudicial.
Por ejemplo, el impuesto fronterizo sobre el carbono, incluido en el Green Deal de la UE, puede causar una carga fiscal injusta y mayor para los exportadores chinos y de otros países. Además, muchos también han cuestionado si el complicado procedimiento de imposición del impuesto fronterizo sobre el carbono se ajusta a las normas establecidas por la Organización Mundial del Comercio.
Es un mundo muy desafiante, que se ha vuelto aún más complicado y peligroso por la guerra entre Rusia y Ucrania. Trabajando juntos en la transición verde, China y Europa pueden desempeñar su papel en la construcción de un mundo mejor y en la realización de un sueño verde global.