El panorama de los medios de comunicación rusos ha facilitado que el presidente Vladimir Putin desencadene un arma importante en su guerra contra Ucrania: la propaganda.
Los medios de comunicación son propiedad casi en su totalidad del Estado o de oligarcas cercanos al Kremlin. Los periodistas independientes son silenciados. Y aunque los países de la UE se han unido para sancionar al gobierno ruso, varios intentan al mismo tiempo emular su control sobre los medios de comunicación.
Según un nuevo informe de la Unión de Libertades Civiles para Europa, en el que participan 15 organizaciones de la sociedad civil (OSC) de toda la UE, en el último año se ha producido un descenso constante de la libertad y el pluralismo de los medios de comunicación en la UE.
En algunos casos, los gobiernos han amenazado la libertad de los medios de comunicación como parte de una estrategia más amplia para desmantelar el Estado de Derecho y la democracia.
La UE debe aplicar salvaguardias para proteger a los medios de comunicación en Europa y garantizar un entorno mediático libre y pluralista. La Ley Europea de Libertad de los Medios de Comunicación (MFA) que está preparando la Comisión de la UE será una buena oportunidad.
En varios países de la UE preocupa la elevada concentración de la propiedad de los medios de comunicación y la presión política sobre los medios independientes y los medios de servicio público.
En Hungría, en particular, empresarios afines al gobierno han comprado influyentes medios de comunicación, los medios de comunicación de servicio público están bajo el control del gobierno y los miembros del Consejo Nacional de Medios de Comunicación son leales al partido gobernante.
También hay tendencias preocupantes en cuanto a la financiación pública no transparente de los medios de comunicación y el control indebido de los mismos mediante subvenciones.
En Bulgaria, Hungría, Polonia y Eslovenia, los gobiernos sólo apoyan a los medios de comunicación afines a sus ideologías.
La presión económica, causada por la disminución de las subvenciones estatales y de los ingresos por publicidad, y exacerbada por la pandemia de Covid-19, también ha afectado a los medios de comunicación, especialmente a los más pequeños y a las formas de periodismo menos viables desde el punto de vista comercial.
Los periodistas se enfrentan a un entorno cada vez más inseguro, incluso en países con un sólido historial democrático, que incluye agresiones verbales y físicas, acoso legal y campañas de desprestigio.
Los políticos corruptos y los poderosos empresarios utilizan demandas estratégicas contra la participación pública, conocidas como SLAPP, para intimidar y silenciar a los periodistas.
En varios países, las leyes que criminalizan desproporcionadamente la expresión dificultan el trabajo de los periodistas.
En Irlanda, las leyes de difamación tienen un efecto amedrentador sobre los periodistas que investigan la corrupción.
En Francia, un proyecto de ley que pretende reforzar el respeto de los principios de la república, aprobado en febrero de 2021, compromete el trabajo de los periodistas y de otras personas que intentan denunciar la violencia policial.
Salvaguardar la libertad y el pluralismo de los medios de comunicación tiene una importancia crucial para todos nosotros.
Sin un periodismo independiente y de calidad no hay nadie que vigile al gobierno, lo que debilita la responsabilidad de los representantes elegidos.
Cuando los periodistas se abstienen de investigar y denunciar las irregularidades y de informar sobre asuntos de interés público, los ciudadanos no pueden tomar decisiones informadas sobre los asuntos públicos, incluso cuando acuden a las urnas.
Afortunadamente, la Comisión dispone de muchas herramientas para salvaguardar la libertad de los medios de comunicación en la UE. El AMF ofrece una buena oportunidad para hacer frente a las amenazas mencionadas anteriormente.
Los detalles
En primer lugar, para mejorar la transparencia de la propiedad de los medios de comunicación, el AMF debería proporcionar una base de datos de acceso público sobre las estructuras de propiedad, detallando toda la cadena de empresas de comunicación, tanto a nivel nacional como europeo.
Para garantizar la equidad y la transparencia en la asignación de los fondos públicos, las subvenciones estatales deberían estar sujetas a revisión. Además, el AMF debería exigir que el proceso de nombramiento de los miembros de los organismos reguladores de los medios de comunicación nacionales sea democrático y transparente.
En segundo lugar, el AMF debe exigir a los Estados miembros que establezcan salvaguardias para proteger a los periodistas y a los trabajadores de los medios de comunicación.
La Comisión debería presentar una propuesta de Directiva de la UE contra el SLAPP que apoye a los periodistas contra las demandas abusivas y castigue a los litigantes del SLAPP.
En tercer lugar, la Comisión debería encontrar un equilibrio entre la protección de datos y los derechos de libertad de expresión, para evitar que el RGPD se utilice contra los periodistas que informan sobre prácticas ilegales del gobierno.
La Comisión también debería presionar a los Estados miembros para que adapten las leyes que penalizan la expresión a las normas internacionales de derechos humanos.
Por último, para garantizar que el AMF no se convierta en un tigre sin dientes, recomendamos que se establezca unaorganismo, el Consejo de Libertad de los Medios de Comunicación, para supervisar el cumplimiento de los Estados miembros.
La libertad y el pluralismo de los medios de comunicación en la UE se están deteriorando.
En la mayoría de los países, aún estamos lejos de un panorama mediático controlado por el gobierno, como es el caso de Rusia.
Pero en otros, estamos peligrosamente cerca. No debemos sentarnos a observar pasivamente cómo se ataca la libertad y el pluralismo de los medios de comunicación. De lo contrario, un día nos despertaremos para darnos cuenta de que el acceso al periodismo independiente y de calidad ha desaparecido.