Es probable que todos recordemos el 24 de febrero como un día impactante. Los tanques rusos entraron en Ucrania desde el norte, el este y el sur. En esos impactantes primeros días, el único consuelo fue que un grupo de analistas militares, incluyendo Phillips P. O’Brien y Mike Martinllegaron rápidamente a la conclusión de que Rusia no podía ganar la guerra.
Yo era un poco escéptico, temiendo mi propio sesgo de confirmación. Pero estos analistas dieron buenas razones para su conclusión, en contraste con gran parte de la opinión del rebaño, que argumentaba que Ucrania no tenía ninguna posibilidad. Y se les ha dado la razón. En todo caso, el ejército ucraniano lo está haciendo incluso mejor de lo que predijeron.
Su éxito es esencial para convencer a los aliados más escépticos de Ucrania de que los costes merecen la pena. ¿Qué grado de optimismo se justifica ahora?
El escenario de una derrota relativamente rápida de Rusia parece ciertamente más plausible que en agosto. Sus capacidades son menores de lo que parecía, le faltan efectivos y moral y no tiene remedios inmediatos para estos déficits. Es difícil ver cómo Vladimir Putin puede sobrevivir a más reveses importantes o a una derrota total. Si esto ocurriera, Rusia se encontraría en una importante crisis política.
Los aliados de Ucrania deberían poner de su parte para que este escenario se haga realidad, proporcionando más armas para acabar con el dolor lo antes posible. El restablecimiento de las fronteras de Ucrania, reconocidas mundialmente, sería el mejor resultado para la estabilidad a largo plazo, demostrando que este flagrante ataque al orden de paz europeo fue repelido.
Sin embargo, no basta con apostar por este escenario.
La guerra aún puede durar mucho más de lo deseado. Aunque el ataque por sorpresa de Ucrania en el noreste fue un éxito espectacular, los analistas nos dicen que se logró mediante el engaño, la movilidad y una buena moral, más que por una fuerza abrumadora.
Rusia todavía puede causar un daño tremendo a la infraestructura ucraniana. Y sigue infligiendo un tremendo daño a la economía ucraniana todos los días.
Ante la posibilidad de una guerra más larga, la discusión occidental sobre posibles negociaciones es peligrosamente simplista. Algunos siguen argumentando que la guerra podría terminar si sólo los estados occidentales o Ucrania comienzan a negociar y están dispuestos a ceder parte del territorio ucraniano.
Esta es una mala idea.
Por un lado, nunca ha quedado claro de qué va esta guerra. El Kremlin ha dado tantas razones para ello que rompería los límites de este texto repetirlas todas. La apuesta más segura es asumir que Putin sigue un enfoque oportunista. Si pudiera subyugar a Ucrania, su cultura y su lengua, lo haría con gusto.
Si no, puede alegar que la guerra sólo se refiere a cuestiones del Donbás.
Ofrecerle negociaciones ahora le ayudaría a quitarse la presión interna. Lo presentaría como una demanda de paz de Ucrania. También hay que tener en cuenta la opinión interna de Ucrania. Después de toda la destrucción y las atrocidades rusas, es políticamente imposible que su gobierno ofrezca negociaciones.
¿Y si Moscú parpadea primero?
La situación sería mucho más complicada si el Kremlin ofreciera negociaciones.
Mucha gente tomaría tal oferta como un signo de debilidad y argumentaría que debería ser rechazada. Pero eso es demasiado fácil. Muchos de los aliados de Ucrania son democracias con opiniones públicas complejas. Es un reto mantenerlos unidos detrás de esta justa causa.
Una oferta de negociación del Kremlin podría dividir la alianza.
En algunos países, Alemania y Francia en particular, sería difícil convencer a una opinión pública que se enfrenta al dolor económico para que ignore una salida política de la guerra e insista en una solución puramente militar.
Después de todo, uno de los principales argumentos para la entrega de armas era que sólo una Ucrania fuerte podría obligar a Rusia a sentarse a la mesa de negociaciones. Ahora que Ucrania es más fuerte, se argumenta que no se debe ignorar la posibilidad de negociar.
Por lo tanto, es importante prepararse para el escenario de una oferta rusa, sobre todo para inocular el debate público contra el valor propagandístico que Moscú trataría de obtener de dicha oferta.
El Kremlin se presentaría inmediatamente como la parte que busca la paz, presentando a Ucrania como un país empeñado en una guerra interminable.
Una imagen al revés, sin duda, pero el Kremlin ha logrado convencer a mucha gente con argumentos absurdos en el pasado, sobre todo que esta guerra tiene algún tipo de justificación. Es posible que, en conjunto, Ucrania deba aceptarla para mantener unida la alianza de apoyo.
El fondo de tales negociaciones sería aún más complicado. Reflejarían la perspectiva militar en el momento en quecomenzó Muchos amigos de Ucrania insisten, con razón, en que sólo Ucrania debe decidir qué puede ofrecer para poner fin a la guerra. Desde luego, no corresponde a otros discutir qué territorios debe ceder Ucrania o qué concesiones debe hacer, si es que las hace.
Pero también es cierto que los aliados de Ucrania deben tomar decisiones sobre la prestación de apoyo y justificarlas ante su pueblo. Al final, al igual que la guerra, las negociaciones sólo pueden tener éxito si Ucrania y sus aliados permanecen unidos.
En resumen, hay que tener cuidado con las maniobras políticas del Kremlin destinadas a explotar las diferencias de la opinión pública occidental. Para ello, es necesario que haya más debate y puntos de vista más claros sobre cómo responder, si Moscú abriera una vía política a este conflicto.