El domingo (8 de mayo), un grupo de leales a Pekín elegidos a dedo coronó a la marioneta de la China continental, John Lee, como próximo Jefe del Ejecutivo de Hong Kong, en una carrera de un solo caballo por el puesto más importante de la ciudad.
Elegido por el Comité Electoral, un cuerpo de 1.462 “patriotas” del partido comunista -que, por cierto, fueron investigados y aprobados el año pasado por el entonces secretario jefe Lee como parte de la revisión del sistema electoral de Hong Kong por parte de Pekín-, esta selección de líderes sólo sirve para dar un barniz de legitimidad local al lacayo designado por Pekín.
El nombramiento de Lee no es una sorpresa. Policía de carrera y ex jefe de seguridad antes de su ascenso como segundo al mando de Hong Kong el pasado mes de junio, Lee fue fundamental para encabezar la represión de la seguridad nacional de Hong Kong en respuesta al amplio movimiento prodemocrático de la ciudad en 2019.
Como zar de la seguridad de la ciudad, Lee supervisó un aumento de la brutalidad policial, incluidas las pruebas de tortura y maltrato a los manifestantes, así como las detenciones de más de 100 activistas, incluidos 47 de los políticos y figuras prodemocráticas más prominentes de Hong Kong.
Los grupos de la sociedad civil también han sufrido la ira de las medidas de seguridad dirigidas por Lee.
Desde que Pekín impuso la draconiana ley de seguridad nacional en 2020, más de 50 organizaciones, entre ellas sindicatos y defensores de los derechos, han sido desmanteladas por la fuerza o disueltas por miedo a las represalias del régimen.
Y en uno de sus actos más duraderos y malignos como secretario de seguridad, Lee dirigió y posteriormente defendió las redadas policiales en el ahora desaparecido periódico independiente Apple Daily, que condujeron a la detención de varios de los altos ejecutivos y editores del medio.
Cierre de periódicos
El ataque al mayor periódico prodemocrático de Hong Kong sentó un peligroso precedente para el cierre de otras publicaciones independientes, como Stand News y Citizen News, y dañó irremediablemente las libertades de prensa de Hong Kong.
Por lo tanto, el ascenso de Lee señala claramente las intenciones inflexibles del Partido Comunista Chino (PCC) para el futuro de Hong Kong.
Como han señalado los analistas, aunque el régimen de Hong Kong ha aplastado gran parte de las ambiciones prodemocráticas del territorio, la securitización totalitaria de la región sigue siendo la principal preocupación de Pekín.
Lee también se ha comprometido a promulgar la propia ley de seguridad nacional de Hong Kong como una prioridad.
Esta obsesión fanática por la seguridad -o, mejor dicho, por erradicar cualquier vestigio de disidencia- se produce a pesar de que la ciudad sigue tambaleándose por una de las peores crisis de Covid-19 provocadas por el hombre.
Con el nombramiento de Lee como próximo jefe ejecutivo de Hong Kong prácticamente confirmado, el destino de los menguantes valores democráticos de la ciudad parece más sombrío que nunca. Por lo tanto, es de renovada y máxima importancia que aquí, en la Unión Europea, sigamos enfrentándonos a los abusos sistemáticos del PCC y defendamos firmemente las libertades fundamentales de los hongkoneses mediante acciones concretas y concertadas.
Mientras que el Parlamento Europeo ha apoyado firmemente a los hongkoneses -aprobando una serie de resoluciones en las que se piden sanciones selectivas, planes de salvamento, el fin de los acuerdos de extradición y un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín-, el Consejo de la UE y la Comisión de la UE han seguido estando muy por detrás.
A pesar de que el Consejo acordó una serie de medidas en respuesta a la ley de seguridad nacional ya en julio de 2020, incluyendo la facilitación de la migración y el asilo de hongkoneses vulnerables y la suspensión de los tratados de extradición restantes con China y Hong Kong que ponen en peligro a los activistas, esta inercia persiste, ya que el bloque aún no ha aplicado plenamente estas medidas básicas.
Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, Estados Unidos ha sancionado en repetidas ocasiones a funcionarios de Hong Kong y China, incluido Lee, culpables de graves violaciones de los derechos humanos y de la degradación de las libertades consagradas en la ciudad, mientras que la UE ha dudado sistemáticamente en adoptar medidas similares.
En su lugar, los funcionarios han optado por meras expresiones de preocupación que hace tiempo que han dejado de tener algún efecto moderador en Pekín o Hong Kong.
Si la UE se toma en serio su compromiso con los valores democráticos y los derechos humanos en Hong Kong, debe mantener estos principios cuando las cosas se ponen difíciles. Con John Lee al frente, la UE debe aprovechar todos los canales diplomáticos e informales para presionar a los funcionarios de Hong Kong y de China en lo que respecta a sus comportamientos contrarios a las normas.
Para ello, hay que añadir a Lee a la lista global de sanciones de la UE en materia de derechos humanos, al tiempo que la UE debe tener en cuenta laEl deterioro de los derechos humanos en Hong Kong si se reanudan las negociaciones sobre el actualmente congelado Acuerdo General de Inversiones UE-China.