En 1816, la fragata Medusa, que navegaba de Francia a Senegal con fines de colonización, se hundió en aguas mauritanas. De los 450 tripulantes, 250 lograron sobrevivir gracias a los barcos de apoyo, pero dejaron atrás a 147 personas en una balsa improvisada.
De estos últimos, sólo 15 sobrevivieron tras dos semanas a la deriva en el océano Atlántico. Es una historia trágica, inmortalizada por el pintor Théodore Géricault en su obra Le Radeau de la Méduse [The Raft of the Medusa]y expone el lado más oscuro del ser humano, entre los crímenes cometidos a bordo, los actos de egoísmo y la pérdida de la dignidad.
La idea más vendida al principio de la pandemia, desgastada hasta la extenuación, era que en la lucha contra este virus invisible todos estaríamos en el mismo barco. Cada vez que escuchaba estas palabras, no podía evitar seguir las líneas de Anselm Jappe en Sobre la balsa de la Medusa. Cuando te digan que “todos estamos en el mismo barco”, desconfía. De hecho, 205 años después, “todos estamos en la balsa de Medusa”.
La crisis de Covid-19 ha puesto de manifiesto o incluso ha agravado las desigualdades. También ha puesto de manifiesto las consecuencias de las desigualdades sanitarias existentes que sufren las personas pertenecientes a grupos vulnerables, como los inmigrantes y los grupos étnicos minoritarios, las personas sin hogar y la población de edad avanzada.
A finales de 2020, como parte del proyecto PERISCOPE -que significa Respuesta Paneuropea a los Impactos de Covid-19 y futuras Pandemias y Epidemias- un grupo de 32 socios comenzó a estudiar los impactos socioeconómicos y de comportamiento de la pandemia.
Este año, un grupo de trabajo compuesto por la London School of Economics, Mental Health Europe, el Instituto Karolisnska, la Universidad de Gante y el INSERM, publicó un informe centrado en las desigualdades sanitarias. Elaborado bajo la coordinación de la Federación de Academias Europeas de Medicina (FEAM), el “Informe analítico sobre las desigualdades en salud con énfasis en los grupos vulnerables” muestra algunas de las dificultades en este ámbito.
Una de las principales conclusiones del documento es que las estrategias de recuperación nacionales y europeas deberían prestar más atención a las necesidades de los más vulnerables de nuestra sociedad. Las repercusiones de las medidas de política sanitaria en los grupos vulnerables deberían evaluarse mejor y mitigarse.
Para ser eficaces, o para tener más posibilidades de serlo, las políticas deben estar respaldadas por datos.
Como se indica en el informe, la crisis de Covid-19 puso de manifiesto el impacto de la escasa calidad de los datos a la hora de comprender las desigualdades en materia de salud y de informar sobre acciones concretas.
¿Supervivencia del más débil?
En el documento, el grupo también pide un esfuerzo de armonización de la recogida de datos en los países europeos. Esta segmentación no sólo se produce entre países, sino también entre temas.
Las desigualdades en el acceso a la asistencia sanitaria, la atención a la salud mental o la vacuna Covid-19 pueden superponerse a las poblaciones vulnerables. Esto pone de manifiesto la necesidad de adoptar enfoques más amplios y multidisciplinarios.
La recopilación de datos sobre desigualdades sanitarias es clave para poder medir los impactos diferenciados en las poblaciones vulnerables y hacer visibles las brechas existentes. Esta necesidad de contar con datos armonizados y comparables siempre ha sido esencial para la investigación, pero la pandemia actual ha subrayado la urgencia de este esfuerzo.
Este punto de vista también está respaldado por el informe publicado en noviembre de este año por la FEAM y ALLEA (Federación Europea de Academias de Ciencias y Humanidades), Health Inequalities Research: Nuevos métodos, mejores conocimientos…
La investigación con nuevos métodos puede desempeñar un papel importante a la hora de fundamentar las políticas para reducir la brecha sanitaria, pero requiere inversiones en infraestructuras de datos que permitan aplicar estos métodos.
En el documento, los expertos europeos hacen un llamamiento a la Comisión Europea y a los gobiernos nacionales para que apoyen la investigación sobre las desigualdades sanitarias, incluida la investigación que explora la variación de las condiciones socioeconómicas, los resultados sanitarios y las políticas entre los países europeos.
Queda mucho camino por recorrer en la lucha contra las desigualdades sanitarias.
Deberíamos seguir este camino: Más investigación, más información, más debate, mejores políticas. La inversión en ciencia, innovación e investigación nunca ha sido tan crucial como ahora. El trabajo en estas áreas nos permite avanzar hacia una sociedad más igualitaria.
La Comisión Europea debe liderar el camino estableciendo objetivos claros. Los Estados miembros deben trasladar estas líneas a la legislación y los programas nacionales. Permanecer en la balsa de Medusa no es una opción para miles de personasen situaciones de vulnerabilidad.