Con más de dos billones de euros, el presupuesto de la UE a largo plazo y el paquete de recuperación NextGenerationEU constituyen el mayor estímulo de la historia de Europa e incluyen objetivos loables para transformar un continente post-pandémico en una sociedad más verde, resistente y próspera para la próxima generación de europeos.
Pero, ¿cómo piensan los Estados miembros gastar esta enorme cantidad de dinero? ¿Cumplirán con el mínimo exigido del 37% de gasto para la acción climática y se comprometerán a “no causar daños significativos” con el resto de las inversiones?
El problema es que se sabe muy poco sobre cómo fluirá este dinero, y sin una mejor participación pública, esta flagrante falta de detalles amenaza con hacer descarrilar el Green Deal.
A principios de año saltaron las alarmas sobre esta falta de transparencia cuando los Estados empezaron a planificar el gasto de los 723.000 millones de euros del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. Un estudio realizado en 20 países de la UE descubrió que los planes nacionales de recuperación no habían sido consultados adecuadamente y que apenas se había puesto información a disposición del público.
La consecuencia es que, a medida que se van conociendo los detalles sobre los tipos de inversiones de recuperación previstos, los países de la UE parecen decididos a continuar con los proyectos y programas habituales que no abordan los cambios masivos en las economías y en la sociedad para los que se diseñó el Fondo Europeo para la Recuperación.
Ahora aparecen las mismas preocupaciones al comenzar la programación de la segunda partida más importante del presupuesto, la Política de Cohesión, de 372.000 millones de euros. Un mes antes de que los planes de gasto se sometan a la aprobación de la Comisión, las partes interesadas de todo el bloque no han sido informadas de los últimos planes ni de cómo se tienen en cuenta sus opiniones.
Esto es problemático porque la UE está obligada por ley a respetar el “principio de asociación” para consultar a las partes interesadas sobre el gasto en cohesión, lo que supone un contrapeso a las reclamaciones y afirmaciones de los Estados miembros sobre cómo se gastará el dinero.
Además, estas enormes inyecciones financieras en las economías de la UE pueden conllevar riesgos bien documentados de malversación, corrupción y captación de dinero público por parte de las empresas si no se protegen adecuadamente.
El dinero que se toma prestado hoy será devuelto por las generaciones futuras, por lo que implicar a los ciudadanos en el gasto aumentará el control de los fondos y reducirá los riesgos de mala gestión financiera.
Para evitar las trampas que conlleva el gasto en secreto, la Comisión debe tomar medidas correctivas contra los Estados miembros que no sean abiertos en sus intenciones.
A puerta cerrada
Tanto las autoridades locales y regionales como los grupos de la sociedad civil se quejan de la falta de acceso a los documentos de planificación necesarios, ya que los Estados miembros avanzan en las negociaciones a puerta cerrada.
Sin embargo, la solución para garantizar la participación y la consulta pública existe en forma de “comités de seguimiento”, que deberían estar compuestos a partes iguales por autoridades nacionales y regionales, interlocutores sociales y económicos, empresas, el mundo académico y la sociedad civil.
Estos comités están diseñados para desempeñar el papel de salvaguardia y proporcionar transparencia y controles de integridad sobre los miles de millones de euros que se gastan para mantener a la UE en el camino hacia la aplicación de los objetivos del Pacto Verde Europeo.
Lamentablemente, la experiencia hasta ahora muestra que estos comités están siendo acelerados, dejados de lado o ignorados por completo.
La UE también debería revelar qué inversiones están aportando los Estados miembros. Para que el control y la supervisión sean adecuados, los detalles que documentan las reformas y las propuestas deben ser públicos, pero tal y como están las cosas, se desconoce si la información saldrá a la luz.
Si la Comisión se mantiene firme detrás de los principios del Acuerdo Verde Europeo, debe hacer más para contrarrestar el fuerte incentivo político para acordar los planes lo antes posible y apoyar cualquier inversión que pueda estimular la economía.
No puede haber un compromiso entre la velocidad y la calidad de la recuperación.
Cientos de miles de millones de euros están en juego para la transición energética limpia. La forma en que utilicemos estas enormes cantidades de financiación pública decidirá si la Comisión puede cumplir los objetivos del Pacto Verde Europeo. Los resultados determinarán el legado de esta generación y mostrarán si realmente nos propusimos dirigir una recuperación verde y resistente.