Podría haber sido peor. Imagínese que el gobierno chino hubiera apoyado con entusiasmo el ataque de Rusia a Ucrania y que ahora estuviera enviando armas para reforzar su poder de fuego. La guerra se parecería aún más a una peligrosa conflagración mundial.
Pero aun así, el suave apoyo de China a Rusia es profundamente preocupante para Europa. El mayor socio comercial de la UE está señalando que no le importa el trabajo de generaciones de europeos para construir la seguridad en el continente tras dos devastadoras guerras mundiales. Está del lado de Rusia, de su agresión y de su desafío al orden internacional de posguerra.
Una muestra de la preocupante actitud de China es la cumbre chino-rusa del 4 de febrero, en la que ambas partes subrayaron la necesidad de un “liderazgo pacífico”, criticaron a los Estados por “usar la fuerza” y expresaron su “amistad sin límites”.
Tres semanas después, Rusia inició su ataque total contra Ucrania. El gobierno chino afirma ahora que no sabía nada de la invasión y que no creyó a la inteligencia estadounidense, que había advertido de la guerra.
La segunda prueba es una llamada telefónica entre Xi Ping y Putin el 15 de junio. La transcripción china señala que el gobierno chino sigue apoyando a Rusia en cuestiones de seguridad y coordinación estratégica. En lugar de instar a Rusia a poner fin a la guerra, el gobierno chino condena a otros países por apoyar al país que defiende su soberanía: Ucrania.
El llamamiento de junio se hizo después de que Putin dejara claro que consideraba la guerra como una toma de tierras tradicional del tipo que fue normal en Europa durante siglos.
Comparándose con Pedro el Grande, declaró que en el siglo XVIII Rusia había “reclamado” tierras a Suecia en las Guerras del Norte, y que hoy le correspondía a Rusia “reclamar y proteger esos territorios”, desarrollando un punto que ya había expuesto en su infame ensayo histórico del año pasado.
Ahora bien, nada es más central en el orden europeo de posguerra que la idea de que las fronteras no deben cambiarse. Si los países volvieran a este camino, casi todos iniciarían guerras para “corregir” las reivindicaciones histórico-fronterizas de sus vecinos.
Tras dos devastadoras guerras mundiales, las siguientes generaciones de europeos democráticos superaron esa lógica y establecieron una nueva idea: las fronteras estarían garantizadas. Y, en lugar de modificarse, deberían ser menos relevantes. Dentro de la UE, las personas deberían poder viajar con facilidad, vivir y trabajar donde quisieran.
Rusia suscribió la inviolabilidad de las fronteras en innumerables documentos a lo largo de los años noventa, lo que también se refleja en la carta de la ONU. Junto con Estados Unidos y el Reino Unido, garantizó explícitamente las fronteras de Ucrania en el ahora infame Memorándum de Budapest, a cambio de que Ucrania entregara sus armas nucleares a Rusia.
Los ataques de Rusia a sus vecinos, especialmente a Ucrania desde 2014, son un desafío directo al orden de seguridad de Europa. Una potencia nuclear le dice a su vecino: “Puedo matar a tu gente y robar tu territorio cuando lo crea conveniente por cualquier razón que se me ocurra.”
Y sí, el gobierno ruso ha dado un montón de razones, ninguna de las cuales se suma a nada bajo el derecho internacional para justificar remotamente la guerra.
Escogiendo bandos
Al expresar su comprensión de la guerra de Rusia y subrayar su colaboración, China se ha puesto del lado del agresor, burlándose de los principios que destaca como política china, como la no injerencia, la armonía y la paz.
La señal para Europa es clara. Si se ajusta a la interpretación de los dirigentes chinos de sus intereses globales, los logros de seguridad, los compromisos y la estabilidad de Europa son irrelevantes para China.
¿Qué significa esto para las relaciones entre la UE y China? En 2019, la UE declaró a China como un rival sistémico. Desde entonces, la relación ha empeorado. China ha copiado más tácticas agresivas de Rusia, incluidas las campañas de desinformación, para debilitar la unidad y la democracia europeas.
Y China no deja de dar señales de rivalidad sistémica: un aspecto poco notado de la cumbre China-Rusia fue un largo párrafo en su comunicado conjunto en el que se afirmaba que sus sistemas políticos eran en realidad democracias, sólo que de un tipo diferente al de otras democracias. Los elementos clave de la democracia, como los medios de comunicación libres o las elecciones competitivas, no se mencionaron.
En realidad, la trayectoria de China no tiene nada que ver con la democracia. Incluso la idea del liderazgo colectivo del partido, que puede proporcionar cierto nivel de control, está desapareciendo. Ensistema está evolucionando hacia la regla altamente personalizada de Xi Ping.
La guerra rusa contra Ucrania pone de manifiesto los riesgos para la seguridad mundial de una gran potencia con un gobierno autoritario unipersonal. La UE debería tener claro el riesgo de la configuración interna de China. No debería descartar los desafíos chinos a la paz y la democracia europeas como una molestia menor.
Alemania y Francia prefieren un tono conciliador con los interlocutores chinos, con la esperanza de que China pueda ayudar a encontrar una solución a la guerra de Rusia. Hablar con China sigue siendo importante, pero la conversación no debe crear ilusiones sobre el alcance del desafío chino a los intereses fundamentales de la UE.