El partido gobernante Fidesz, del primer ministro húngaro Viktor Orbán, se encaminó a conseguir una cuarta supermayoría en el Parlamento en las elecciones generales del domingo (3 de abril), en una sorprendente y masiva victoria frente a una oposición unida.
Seis partidos de la oposición -desde el antaño ultraderechista Jobbik hasta el liberal y urbano Momentum- que lograron unirse por primera vez sufrieron el domingo una derrota peor de lo esperado.
Con el 74 por ciento de los votos escrutados, el partido Fidesz de Orbán se encaminaba a conseguir 135 diputados en el parlamento de 199 miembros, y se esperaba que la oposición unida obtuviera 57 escaños.
En otra sorpresa, el partido radical de extrema derecha Nuestro País (Mi Hazánk) ha superado el umbral y se ha asegurado una media docena de puestos en el parlamento de 199 escaños.
Con ello, Orbán, estrecho aliado del presidente ruso Vladimir Putin, se convierte en uno de los primeros ministros más longevos de la UE, prolongando su mandato de 12 años.
“Hemos ganado de todas las maneras posibles”, dijo Orbán por la noche ante una multitud que coreaba “¡Viktor, Viktor!”.
La alianza de la oposición había estado en las encuestas codo con codo con el partido Fidesz de Orban, con una participación del 67,8 por ciento de los más de 8 millones de húngaros con derecho a voto, pero al final obtuvo peores resultados de los esperados en los sondeos.
“No ha habido ninguna ruptura, la oposición tiene casi el mismo resultado que hace cuatro años”, dijo al medio online Partizán el analista político Róbert László, del think tank Political Capital, con sede en Budapest.
La capital, Budapest, siguió siendo un bastión de la oposición.
Hubo denuncias de irregularidades durante la jornada. La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) había enviado previamente una misión de supervisión a gran escala para las elecciones debido a la gran preocupación por la imparcialidad de las mismas.
La preocupación por la manipulación de los distritos electorales, la maquinaria de propaganda progubernamental financiada por el Estado y la reducción de los controles democráticos por parte de Orbán han sido motivo de preocupación durante años.
El líder de la oposición, el liberal conservador Péter Márki-Zay, de 49 años, ha intentado enmarcar las elecciones como una elección entre el Este y el Oeste, diciendo que Orbán ha erosionado los controles y equilibrios democráticos, girando Hungría hacia Rusia y alejándose de la UE.
Orbán ha acusado a la oposición de querer arrastrar a Hungría a la guerra de Ucrania apoyando a este país con armas en el marco de un plan de la OTAN, y ha alegado que el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, colaboró con la oposición para inmiscuirse en las elecciones de Hungría.
Orbán, de 58 años, emitiendo su voto en la nevada Budapest el domingo con su esposa, dijo a los periodistas que esperaba una “gran victoria” y describió las elecciones como una elección entre “la paz o la guerra”.
El hecho de que Orbán tilde a la oposición de belicista parece haber calado entre los votantes. Los votantes más viejos, rurales y pobres también habían apoyado durante mucho tiempo la agenda social conservadora de Orbán.