La Unión Europea debería actualizar su normativa sobre inversiones ecológicas, para asegurarse de que las empresas de la UE avanzan hacia métodos de producción sostenibles, dijo el lunes (28 de marzo) Nathan Fabian, principal asesor científico de la Comisión Europea.
La llamada taxonomía de las inversiones sostenibles es el sistema de clasificación destinado a canalizar las inversiones hacia sectores ambientalmente sostenibles.
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Constituye la columna vertebral financiera de las políticas climáticas de la UE, pero ha sido objeto de críticas recientemente después de que la Comisión decidiera calificar también algunos proyectos de gas y energía nuclear como inversiones verdes.
En un informe que se publicará el martes, el principal asesor científico de la Comisión presentó un nuevo sistema de etiquetado con tres colores -rojo, ámbar y verde- para distinguir más claramente las actividades económicas perjudiciales para el medio ambiente [red], de las transitorias [amber] y sostenibles [green] actividades.
“Sin definiciones claras y coherentes, existe un riesgo creciente de “lavado de transición””, dijo Fabian, refiriéndose a la decisión de la Comisión en febrero de etiquetar el gas y la energía nuclear como inversiones verdes.
Sin embargo, algunos criticaron esta nueva propuesta -de tener un sistema más diferenciado- por considerarla demasiado ambiciosa.
“Ya hemos superado el punto de sólo aumentar la transparencia para los inversores. La plataforma parece intentar imponer su propio código moral a la sociedad dividiendo el mundo entero en buenos y malos”, dijo el lunes Markus Ferber, eurodiputado del Partido Popular Europeo (PPE), de centro derecha.
Pero Nancy Saich, experta en clima del Banco Europeo de Inversiones (BEI), que colaboró en la redacción del informe, dijo que el sistema de “semáforo” rojo-amarillo-verde proporcionaría la “claridad necesaria a los inversores”.
“No se trata sólo de ‘verde y no verde'”, dijo Saich. “La inclusión del ámbar [and red] mostraría lo mucho que la economía tiene que hacer todavía para alejarse de los niveles de rendimiento realmente perjudiciales”.
También dijo que el sistema de clasificación en semáforo debería extenderse a todos los objetivos medioambientales. En su iteración actual, la taxonomía da prioridad a la reducción de emisiones.
En el futuro, una etiqueta verde tendrá que incluir una prueba de que la empresa cumple todos los objetivos medioambientales definidos en el Green Deal, la histórica política climática de la UE.
Estos objetivos incluyen el uso sostenible de la tierra y el agua, la contaminación y la protección de la biodiversidad y los ecosistemas, así como la adaptación al clima, lo que significa que las empresas deben estar preparadas para hacer frente a los efectos de un entorno cambiante, como inundaciones, aumento del nivel del mar, sequías o incendios.