Estonia trató de advertirle

Más del 70% de los ucranianos creen que ganarán la guerra. Rusia, en menos de una semana, ya ha perdido un tercio de los hombres que perdió en Afganistán durante toda la década de su guerra allí. Piénsalo y compadécete de las madres.

Y no es exagerado decir que la OTAN y la UE han alcanzado un sentido de unidad, energía y propósito sin precedentes. En cada país europeo, poblaciones enteras se han unido para recaudar ayuda para Ucrania. Personas de todos los ámbitos, desde médicos y abogados hasta hackers y empresarios, se han ofrecido para ayudar en todo tipo de cuestiones.

  • Una orden de Interpol para la detención del autor, Kross, de 2013 – solicitada por Rusia (Foto: interpol.org)

Las naciones del este de Europa, generalmente poco dispuestas a aceptar refugiados, han abierto sus fronteras y sus corazones a quienes huyen de la guerra en Ucrania.

La Unión Europea está comprando aviones de combate para que Ucrania haga la guerra, una idea que habría sido descartada como completamente absurda, apenas unos días antes.

La ayuda armamentística está fluyendo hacia los combatientes. Voluntarios de toda Europa expresan su deseo de tomar las armas e ir a ayudar a la nación que lucha contra el ataque del agresor. Y los países europeos lo permiten.

Tallin te decía esto

Este es el tipo de guerra que esperaba la Estonia ocupada, en 1945 y durante años después, hasta que se perdió casi toda esperanza.

Se esperaba cuando Rusia vino a “liberarnos”, como ahora pretende “liberar” a Ucrania.

Es una guerra en la que las democracias occidentales se alzan por fin en defensa de la justicia, la libertad y sus valores. Todas las naciones al este del río Oder sentimos de repente como si nos hubieran quitado un peso de encima.

“Ahora, por fin, nos entenderán”, sentimos los estonios. Ahora ya no tenemos que explicar -con vergüenza- que quizás, de hecho, un grave peligro proviene de Moscú.

Ahora ya no necesitamos explicar que no “perjudicamos” a Rusia al restaurar nuestra independencia en 1991. Que no tenemos que estar agradecidos por ello, porque es nuestro derecho, y la falta de libertad fue una injusticia.

Los que declaraban que “nunca vendrían en nuestra ayuda”, que “estábamos solos”, “no teníamos a nadie en quien confiar”, se equivocaban. O bien se habían dejado engañar por las falsas zalamerías de Sauron de El Señor de los Anillos, o bien estaban asustados por sus amenazas o codiciosos de su dinero.

De una vez, Europa demostró que, cuando la situación era grave, la libertad y los valores superaban todo lo demás.

De repente, los banqueros de inversión dicen que no les importa ni un ápice las pérdidas en la bolsa rusa. De hecho, la mejor inversión es bombear dinero para armar a Ucrania.

El beneficio que reporta esta inversión es negativo, en sentido monetario, pero inconmensurablemente más valioso. Porque es libertad. Incluso las empresas consideradas como las más codiciosas han cancelado, con orgullosa despreocupación, inversiones por valor de miles de millones.

A costa del sufrimiento de Ucrania y gracias al heroísmo ucraniano, el mundo se ha sacudido de repente una monstruosa duplicidad.

Las mentiras que fueron barridas bajo la alfombra después de la Segunda Guerra Mundial, las mentiras que fueron barridas bajo la alfombra después del colapso de la Unión Soviética, están ahora reveladas y desnudas. Y despojadas de su poder de angustia.

La verdad sí libera. Y aunque la guerra salvaje continúa y aún quedan sombrías batallas por delante, hoy los ucranianos, como todos nosotros, encuentran más fácil respirar.

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