Sólo queda una docena de guepardos asiáticos en estado salvaje en Irán, según ha declarado el viceministro de Medio Ambiente, que ha calificado la situación de esta especie en grave peligro de extinción como “extremadamente crítica.”
“Las medidas que hemos tomado para aumentar la protección, la reproducción y la instalación de señales de tráfico no han sido suficientes para salvar esta especie”, dijo Hassan Akbari a la agencia de noticias Tasnim el 9 de enero.
Dijo que se cree que sólo hay nueve guepardos asiáticos machos y tres hembras en el país, frente a los 100 que se calcula que había en 2010.
Los ecologistas dicen que el animal más rápido del mundo ha sido víctima de la sequía, la caza, la destrucción del hábitat y la escasez de presas debido a los cazadores en las remotas y áridas mesetas centrales.
La Sociedad Iraní del Guepardo afirma que los únicos hábitats que quedan para los majestuosos felinos son el Refugio de Vida Silvestre de Miandasht y la Reserva de la Biosfera de Touran, en el noreste de Irán.
Los guepardos asiáticos vivían antiguamente en las praderas de la India, Pakistán, Rusia y Oriente Medio, pero han sido eliminados por completo, excepto en Irán. La especie de guepardo es ligeramente diferente a las que se encuentran en partes del sur de África.
El gobierno iraní se convirtió en el blanco de una protesta nacional e internacional cuando un tribunal revolucionario encarceló en noviembre de 2019 a al menos seis expertos en conservación miembros de la Fundación del Patrimonio de la Fauna Persa, un grupo local centrado en la protección de la biodiversidad, especialmente de los guepardos asiáticos.
La Organización de Inteligencia de los Guardias Revolucionarios detuvo a siete de los acusados en enero de 2018, así como a Kavous Seyed Emami, un profesor universitario iraní-canadiense.
Los ecologistas fueron acusados de espiar para Estados Unidos e Israel, “buscando la proximidad a sitios militares con la cobertura de los proyectos ambientales y obteniendo información militar de ellos.”
Los grupos ecologistas y de derechos humanos condenaron las acusaciones como inventadas y el juicio injusto.
La única “suciedad clasificada” a la que probablemente accedieron los conservacionistas en su trabajo es el “excremento seco” de los guepardos que luchaban por proteger, dijo en 2018 Mojgan Jamshidi, un periodista iraní que cubre temas ambientales.
Emami murió detenido en febrero de 2018 en circunstancias sospechosas. Las autoridades iraníes afirmaron que se había suicidado, una hipótesis que personas que lo conocían dijeron que era imposible.
Irán presenta con frecuencia cargos de espionaje contra activistas políticos y de derechos humanos, y también contra personas con doble nacionalidad, sin aportar públicamente pruebas.
Los procesos en los llamados tribunales revolucionarios de Irán se mantienen con frecuencia en secreto para las familias de los acusados e incluso para los abogados. La tortura, los malos tratos y las confesiones forzadas también son habituales, según los grupos de derechos.
Con información de AFP