La democracia muere en la oscuridad

El 1 de marzo debía ser un día cualquiera en la extraordinaria vida de Yevhenii Sakun.

Kiev había estado bajo un constante bombardeo desde el comienzo de la guerra. Ese mismo día las fuerzas rusas bombardearon una torre de televisión y el lugar del Holocausto de Babyn Yar, matando a cinco personas.

Yevhenii está entre ellos.

Desde entonces, otros tres periodistas han muerto cubriendo la guerra. Los que arriesgan su vida a diario lo hacen para demostrar que no es cierto el viejo refrán que dice: “La primera víctima de la guerra es la verdad”, pronunciado por primera vez por el senador estadounidense Hiram Johnson, firme opositor a la participación de su país en la Primera Guerra Mundial.

Al mismo tiempo, ha surgido un nuevo telón de acero en Rusia.

Los periodistas pueden encontrarse ahora en prisión durante más de 15 años por el simple hecho de llamar “guerra” a lo que está ocurriendo en Ucrania. Ser periodista en Rusia es ahora imposible.

La táctica puede haber cambiado, pero el sentimiento no es nuevo. El Kremlin siempre ha despreciado la verdad.

Putin y sus compinches están librando una guerra contra la verdad con la tecnología del siglo XXI y la represión de la vieja escuela. La guerra de Putin contra el pueblo ucraniano ha dejado a los rusos de a pie sin acceso a la verdad. Al igual que él, los rusos viven en un espacio informativo aislado.

Pensamos que en los tiempos en que tenemos Internet, esto ya no es posible. Pero lo es.

Y nuestro trabajo como liberales, es romper este muro de mentiras. Ladrillo a ladrillo. Es una tarea complicada. Tenemos que movilizar nuestros recursos para ganar esta guerra por la verdad.

No es casualidad que Putin haya vuelto a condenar al activista anticorrupción ruso -Alexei Navalny- a nueve años más de prisión. Ya en prisión, dijo que “las palabras tienen poder, Putin tiene miedo de la verdad”.

Los ucranianos ya han ganado la guerra de la información. El mundo ha sido testigo de los crímenes de guerra de Rusia gracias al heroico trabajo de los periodistas sobre el terreno. Pero no debemos detenernos ahí.

Debemos acoger a los periodistas que huyen de Rusia, que se enfrentan a décadas de cárcel. Debemos permitirles crear agencias de prensa como Meduza y financiarlas de forma agresiva.

No podemos dejar que sólo Estados Unidos y los británicos rompan el muro de mentiras de Putin. Radio Svaboda y la BBC rusa no son suficientes.

Honrar a los que luchan por la verdad significa también reconocer que no se debe seguir permitiendo a los que se hacen pasar por periodistas cuando en realidad son propagandistas.

Es una bofetada a los periodistas que se dedican a pedir cuentas a los gobernantes. La prohibición de Russia Today y Sputnik por parte de la UE es un paso en la dirección correcta.

Saber nos hace libres. Saber nos ayuda a elegir. No hay democracia sin una prensa libre. No debemos comprometerla.

Como el encabezado del Washington Post siempre dice “La democracia muere en la oscuridad”.

La mayor amenaza para un dictador como Vladimir Putin es una población informada. Hagamos todo lo posible para que esa amenaza sea mayor.

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