Si el pivote geopolítico hacia el Indo-Pacífico fue una carrera, la Unión Europea corre el riesgo de quedarse atrás en la vuelta.
Estados Unidos acaba de firmar un marco económico y comercial -el IPEF- que abarca a los miembros de la Quad y a siete países de la ASEAN, entre ellos Indonesia, Singapur y Filipinas.
Han pasado unos 18 meses desde que China acordó un gigantesco acuerdo de libre comercio -RCEP- con todos los miembros de la ASEAN, más Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.
La Comisión Europea presentó una comunicación conjunta sobre la “Estrategia Indo-Pacífica de la UE” en septiembre de 2021, pero muchos miembros de la UE aún no se han puesto de acuerdo para convertirla en una prioridad geoestratégica.
Por eso, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, seguía hablando de “visiones” e “intenciones” para la región en la cumbre UE-Japón de este mes.
Es cierto que la región es más una construcción política que geográfica. No obstante, no se puede pasar por alto su importancia geopolítica. Es hora de que la UE encienda los postquemadores y se ponga a la altura de los líderes de la carrera.
Las naciones que componen el núcleo de la región albergan a más del 50% de la población mundial, 3.000 lenguas diferentes y varios de los mayores ejércitos del mundo, como señala el Mando Indo-Pacífico de Estados Unidos.
Sólo Asia aportará cómodamente más del 60% del crecimiento económico mundial a finales de la presente década. Sus clases medias se están expandiendo a un ritmo sin precedentes y podrían superar los 3.000 millones de personas en 2030.
La visión europea del Indo-Pacífico se ha definido por los intereses fundamentales del desarrollo democrático y económico. Esto debe ampliarse, ya que las cuestiones relacionadas con la seguridad y la defensa pasan a primer plano.
Es obvio que China siempre ha reconocido esa amplitud de compromiso (no hay más que ver su pacto de seguridad de choque con las Islas Salomón), mientras que el acuerdo del IPEF del presidente estadounidense Joe Biden es sólo una parte de un esfuerzo por ofrecer a los países asiáticos una alternativa a China en múltiples ámbitos.
Por eso fue positivo leer las palabras de Gabriele Visentin, enviado especial de la UE para el Indo-Pacífico. Recientemente habló de la determinación de reforzar la estrategia de defensa de la Unión “siempre que sea necesario”, y de defender con más firmeza los intereses del bloque, incluido el orden multilateral basado en normas.
La reelección del presidente Emmanuel Macron en Francia, que mostró un importante interés en el Indo-Pacífico durante su primer mandato, es otro impulso.
La invasión rusa de Ucrania ha acelerado la acción de la UE en materia de política global de seguridad y defensa, derribando varias de las barreras -entre ellas la falta de una cultura estratégica coherente entre los miembros- que han restringido el progreso en este frente.
La cuestión es si se trata de un verdadero punto de inflexión, que pueda trasladarse a otros ámbitos.
Socios adecuados
El éxito de la UE en el Indo-Pacífico dependerá de la participación de los socios adecuados. Más allá de los tradicionalmente afines -piensen en Australia o Nueva Zelanda-, Filipinas presenta una interesante oportunidad.
Una democracia bien establecida, con una economía que se está recuperando más rápidamente después de la pandemia que casi cualquiera de sus vecinos, está en transición hacia una nueva administración después de seis años bajo el provocador pero popular en el país Rodrigo Duterte.
Su sucesor, Bongbong Marcos, asumirá el cargo en cuestión de semanas. Está haciendo declaraciones tranquilizadoras sobre la participación constructiva en la comunidad internacional, tanto en Oriente como en Occidente.
Mientras que Filipinas es considerada tradicionalmente como un aliado de Occidente, la administración Duterte llevó a cabo una política de apaciguamiento de China, aunque eso ha enfrentado reveses en los últimos meses por las crecientes tensiones en el Mar de China Meridional.
Los temores de que el presidente entrante Ferdinand Marcos pivotara rápidamente hacia China parecen infundados. El mensaje de unidad de su campaña parece que también se aplicará a su política exterior, con un claro deseo de actuar como puente entre China y Occidente.
Aunque ha hablado de cambiar los lazos con China a una “marcha superior”, también se ha mostrado firme a la hora de mantener el fallo de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya de 2016 contra Pekín sobre el Mar de China Meridional, y ha hablado con entusiasmo de impulsar los lazos comerciales con Estados Unidos, incluso a través del IPEF.
Con el regreso de la guerra a sus fronteras y la recuperación post-pandémica en curso, la UE se encuentra en un contexto estratégico radicalmente alterado.
Si estas tragedias humanas tienen algo bueno desde el punto de vista geopolítico, será la creación de nuevas y renovadas asociaciones estratégicas en materia de energía, defensa y valores compartidos.
Cooperar conactores cada vez más importantes, como Filipinas, que va a tener una mentalidad estratégica independiente bajo un nuevo liderazgo, es un punto de partida lógico.
El nuevo primer ministro australiano, Anthony Albanese, ofrecerá un enfoque igualmente pragmático y positivo del diálogo y la cooperación en el Indo-Pacífico.
Antes de la invasión rusa de Ucrania, el Indo-Pacífico ocupaba un lugar destacado en la agenda de los principales responsables políticos mundiales.
La UE haría bien en volver a implicarse en este escenario, no sólo a través de su tradicional poderío económico, sino en aras de defender el orden multilateral basado en normas y garantizar la paz.