Dado que la economía india acaba de superar a la del Reino Unido como quinta del mundo y se perfila como la gran economía de más rápido crecimiento en 2022 (previsión del 7,4%), aumenta el interés de las empresas europeas por este último gran mercado sin explotar. Al mismo tiempo, con los lazos entre la UE y China cada vez más tensos, India ha ganado importancia como socio geopolítico de la UE en el Indo-Pacífico y Asia.
Por ello, Europa ha silenciado sus críticas a la India y ha aceptado tanto la neutralidad del país en la guerra rusa en Ucrania como la conducta antidemocrática del primer ministro Narendra Modi y la discriminación de las minorías.
En su último Informe sobre la Democracia 2022 sobre “La naturaleza cambiante de la autocratización”, el Instituto V-Dem de la Universidad sueca de Gotemburgo clasificó a la India como una autocracia electoral y dice que es uno de los 10 principales “autocratizadores” del mundo.
En un intento de reforzar la asociación, la UE y la India crearon el Consejo de Comercio y Tecnología en abril y relanzaron las negociaciones de un acuerdo de libre comercio (ALC) en junio.
Aun así, no hay que subestimar las diferencias que revelan los últimos acontecimientos.
La reacción positiva a la observación de Modi de que “hoy no es una época de guerra” ante Vladimir Putin en Samarcanda en septiembre habla más de la buena voluntad de la que aún goza India en Occidente y de nuestras ilusiones que de cualquier cambio real sobre el terreno.
La posición oficial india sólo ha evolucionado ligeramente desde febrero y no está muy lejos de la de China.
En resumen, India ha estado llamando al diálogo y al cese de las hostilidades sin nombrar al agresor ni a la víctima. Camina deliberadamente por la cuerda floja en un intento de no enemistarse con Rusia, su viejo amigo, ni con Occidente, su nuevo socio.
La “amistad inquebrantable” de Delhi y Moscú
Por lo tanto, en lugar de aislar políticamente a Rusia, India continúa con sus compromisos diplomáticos a todos los niveles y formatos, incluida la participación en los recientes simulacros militares conjuntos Vostok 2022. Lo que se notó menos en Samarcanda es que Modi tranquilizó a Putin sobre su “amistad inquebrantable”, que se asemeja a la asociación “sin límites” entre China y Rusia.
Lejos de sumarse al régimen de sanciones, India ha incrementado en gran medida las importaciones de crudo, convirtiéndose en el segundo cliente del petróleo ruso, sólo por detrás de China, y tiene en mente más compras de gas y carbón.
Aunque sería inapropiado que la UE, que sigue importando recursos energéticos rusos, criticara a la India, el ministro ucraniano de Asuntos Exteriores, Dmytry Kuleba, observó en agosto que “cada barril de crudo ruso que recibe la India tiene una buena parte de sangre ucraniana” y pidió “más apoyo práctico” a la India.
Mientras que la UE condiciona sus relaciones con China a su posición en la guerra de Ucrania y critica duramente la violación de los derechos humanos por parte de Pekín, su aceptación sin preguntas de la política de India respecto a Rusia y su negativa a criticar abiertamente el retroceso democrático del país, especialmente en lo que se refiere a los derechos de las minorías, invita a que se le acuse de tener un doble rasero y debilita la mano de la UE frente a otras naciones.
India tiene muchas razones creíbles y conocidas para mantener buenas relaciones con Rusia: de seguridad, económicas, históricas y geopolíticas.
Lo más importante es que la postura de la India en la guerra de Ucrania se basa en un cálculo sobrio y realista de sus intereses nacionales exclusivamente. Ha calculado correctamente que era mejor arriesgarse a una “decepción” occidental que a cualquier interrupción de las entregas de equipos militares, recursos energéticos o fertilizantes rusos.
Por lo tanto, la posición de India sobre la guerra rusa en Ucrania sólo cambiará cuando vea que le beneficia más, y ninguna presión externa cambiará las cosas. En este sentido, el compromiso pragmático de la UE con India fue un paso racional para mantener las relaciones.
Y si el eje Rusia-China se fortalece, a la India no le queda más remedio que recurrir a las democracias occidentales. La derrota de Rusia en Ucrania puede hacer que esto ocurra antes.
Aunque la India de Modi puede haber obtenido algunos beneficios de su estrecha relación con Rusia a corto plazo, ha perdido algo más importante a largo plazo: la credibilidad como potencia líder. Si un país no puede condenar la más flagrante violación de la carta de la ONU, debilita su posición como aspirante a miembro del Consejo de Seguridad de la ONU.
Para la UE, la política de India sobre Ucrania arroja dudas sobre si es un socio afín dispuesto a defender el “orden basado en normas”, como indicaba la estrategia de la UE de 2018.
Un nuevo enfoque de la UE hacia la India debe desechar las ilusiones del pasado y ser más realista.
La UE tiene que entender y definir mejor dónde convergen sus intereses con los de la India. La economía, el cambio climático, la conectividad, el Indo-Pacífico y la lucha contra el terrorismo ofrecen muchas oportunidades para una cooperación más estrecha.
Desde las negociaciones del TLC y el tratamiento de los retos globales hasta los debates sobre democracia y derechos humanos, la UE debe adoptar un enfoque más asertivo pero transaccional. Al mismo tiempo, no debe socavar sus principios para obtener beneficios económicos o geopolíticos.
Las amargas experiencias de los compromisos europeos con Rusia y China en las dos últimas décadas dejan claro que la ingenuidad no es la mejor consejera en esta época de geopolítica.