El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ampliamente considerado como un aliado tanto del presidente ruso Vladimir Putin como del ex presidente estadounidense Donald Trump, se enfrenta a su reto más duro desde que llegó al poder en 2010, por parte de una oposición unida, en las elecciones generales de este domingo (3 de abril).
Casi ocho millones de votantes húngaros elegirán a 199 miembros de la Asamblea Nacional, actualmente dominada por los leales al gobierno Fidesz.
También se votará simultáneamente un referéndum de gran carga política impulsado por el gobierno sobre la llamada promoción del colectivo LGBTIQ en las escuelas. La cuestión se considera sobre todo un esfuerzo dirigido por el Fidesz para reunir a sus partidarios con propaganda anti-LGBTIQ.
Y aunque la invasión rusa de Ucrania ha dominado la agenda de la campaña, no ha redibujado las líneas de batalla en una sociedad húngara profundamente dividida.
Durante los últimos 12 años, Orbán y su partido Fidesz han conseguido gobernar con una mayoría de dos tercios, han construido un Estado autodenominado “antiliberal” y han frenado las instituciones independientes, la libertad de los medios de comunicación y la independencia judicial.
Esta vez, seis partidos de la oposición -desde el antaño ultraderechista Jobbik hasta el liberal urbano Momentum- se han unido para enfrentarse al partido Fidesz de Orbán, liderado por el recién llegado político conservador y campeón de la lucha contra la corrupción Péter Márki-Zay.
A pesar de que Márki-Zay consiguió el pasado otoño liderar los partidos de la oposición, no consiguieron dar un impulso más amplio para desbancar a Orbán.
Esto se debió en parte a las “dificultades operativas”, dijo András Bíró-Nagy, director del think tank Policy Solutions. “Necesitaban construir una campaña desde cero”, dijo, y añadió que la propia coalición de la oposición también se había sorprendido de que el alcalde de la pequeña ciudad superara a figuras de peso de la oposición.
Espacio para la sorpresa
Y Márki-Zay, de 49 años, se enfrenta a una ardua batalla contra la maquinaria de Fidesz.
El dominio mediático del Fidesz y la persistente preocupación por las leyes electorales reescritas -que no se han tratado durante cuatro años a pesar de los informes condenatorios de los observadores internacionales- ha llevado a una misión de observación a gran escala de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
“Fidesz tiene muchas más posibilidades de ganar, pero por primera vez en 16 años la oposición tiene una oportunidad. Podría haber una sorpresa, pero la expectativa es que Orbán gane”, dijo el analista político Róbert László, del think tank Political Capital, con sede en Budapest.
Un sondeo, realizado por la encuestadora Zavecz Research entre el 23 y el 25 de marzo y publicado por el sitio web Telex.hu el lunes, sitúa el apoyo al Fidesz del nacionalista Orbán en el 41% del electorado, mientras que la alianza de la oposición se sitúa en el 39%.
Los expertos advierten que, debido a las distorsiones del sistema electoral por la mayoría del Fidesz, la oposición necesita ganar por un margen de al menos tres o cuatro puntos porcentuales sobre el partido de Orbán para conseguir la victoria.
Estas distorsiones incluyen el gerrymandering: redibujar las circunscripciones para favorecer a Fidesz, y diferentes reglas de votación para los húngaros que viven fuera de Hungría.
“Encima vienen 12 años de campaña permanente en la que vivimos, esa ventaja es muy difícil de contrarrestar”, añadió, refiriéndose a la campaña de años del gobierno de Orbán contra las instituciones de la UE, las organizaciones civiles, el multimillonario estadounidense George Soros, los migrantes y, más recientemente, las personas LGBTQI.
El dominio de Orbán también le ha ayudado a evitar que la oposición le machaque. Su campaña señala repetidamente sus estrechos vínculos con el presidente ruso Vladimir Putin, que invadió Ucrania hace un mes, y su tibio apoyo a los ucranianos.
Narraciones pro-Kremlin
Aunque Hungría ha apoyado las sanciones de la UE, sus medios de comunicación públicos y progubernamentales han estado vomitando narrativas inspiradas en el Kremlin.
Budapest es también la sede del Banco Internacional de Inversiones, un banco de desarrollo respaldado por Moscú que sus críticos consideran un brazo de los servicios secretos rusos.
Rusia también ha firmado un acuerdo de 12.500 millones de euros con Hungría para ampliar la central nuclear del país, que desde entonces se ha paralizado debido a las sanciones generalizadas tras la invasión de Ucrania.
Además de esta relación, un sitio de investigación, Direkt36, reveló el lunes que Rusia había hackeado el sistema de comunicaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores de Hungría y que había tenido acceso a material que incluía documentos políticos encriptados de alto secreto.
La oposición ha intentado enfocar las elecciones como una elección entre Putin y Occidente.
ElMientras tanto, el gobierno de Fidesz ha tenido su propio encuadre, alegando falsamente que la “peligrosa” oposición quiere llevar a Hungría a la guerra -por querer un mayor apoyo a Ucrania-, mientras que Orbán se presenta como el garante de la paz.
“Orbán ha traicionado a Hungría, a la Unión Europea y a la OTAN, nos ha traicionado a todos”, dijo Márki-Zay en un acto de campaña el martes (29 de marzo) en Budapest.
Aunque Orbán consiga convencer a su base de votantes de que su apoyo a Putin era la mejor opción, sigue estando en un aprieto.
El futuro inmediato de Orbán sigue siendo muy complicado, incluso si gana las elecciones.
Todavía no se han abordado cuestiones como la elevada inflación, los altos precios de la energía, los topes de precios insostenibles y la falta de fondos de la UE debido a la corrupción. “Será difícil no llamar austeridad a lo que está por venir”, añadió Róbert László.
Orbán también está cada vez más aislado en la escena internacional.
El martes, se canceló una reunión en Budapest de los ministros de Defensa de los aliados más cercanos de Hungría, los Cuatro Países de Visegrado, la República Checa, Polonia y Eslovaquia, después de que Varsovia y Praga se retiraran por el tibio apoyo de Budapest a la acción contra Moscú.
László señaló que, con tantos factores a favor de Orban, su partido Fidesz sigue estando empatado con la oposición. Estos factores incluyen el dominio de los medios de comunicación controlados por el gobierno, un modo de campaña permanente, la revisión de todo el sistema institucional en Hungría y una oposición débil.
“Esto demuestra que el apoyo a él no es grande, se las arregla para mantener esto con cientos de trucos”, dijo László.