¿Podrían los estados “stan” de Asia Central alejarse de Moscú?

La relación transatlántica y los vínculos con sus vecinos inmediatos han dominado la agenda europea desde la Guerra Fría. Pero a la luz de la invasión de Ucrania, está claro que esto debe evolucionar.

Hay que actuar para asestar un golpe a largo plazo a la influencia mundial de Rusia y garantizar que no se repitan las atrocidades de Ucrania.

  • De hecho, Kazajistán y Uzbekistán han enviado ayuda humanitaria a Ucrania (Foto: Google)

Esto debe ser una prioridad absoluta para la UE y sus Estados miembros. Una región a la que hay que dar prioridad en este sentido es Asia Central.

Los antiguos estados soviéticos de Kazajstán, Uzbekistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán han mantenido estrechos lazos con Rusia desde 1989. Sin embargo, este consenso puede estar cambiando. La región ha experimentado recientemente una importante transformación política y se encuentra en un auténtico punto de inflexión. Los vientos de cambio ya soplan en la región.

En la ONU, ninguna de las cinco potencias de Asia Central apoyó a Rusia en la resolución del 2 de marzo que condenaba la invasión de Ucrania. Más recientemente, los presidentes de Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán han rebatido los informes del Kremlin sobre reuniones bilaterales que indicaban el apoyo a la guerra.

Kazajstán y Uzbekistán han enviado audazmente ayuda humanitaria a Ucrania.

A medida que la guerra continúa, es cada vez más evidente que, mientras siguen protegiendo con diligencia su retórica, los Estados de Asia Central están haciendo retroceder sutilmente la guerra y la influencia de Rusia. La oportunidad de un pivote a largo plazo es posible pero, obviamente, el compromiso de la UE es clave.

¿La zanahoria de la UE?

El reto para Europa y Occidente es demostrar a estas naciones que distanciarse más de Rusia es la opción pragmática. Aparte de sus ventajas geopolíticas, un pivote de este tipo conferiría múltiples beneficios tanto a Europa como a Asia Central.

Las oportunidades económicas, por un lado, son claras.

Aunque existe un comercio saludable entre ambas, ninguna de las dos regiones ha aprovechado con éxito todo el potencial de la otra como mercado de exportación. Acelerando el crecimiento y desempeñando un papel en los proyectos de desarrollo de Asia Central, la UE podría aprovechar un mercado dominado por Rusia y China, al tiempo que aceleraría la modernización, la digitalización y la diversificación de las economías centroasiáticas.

La apremiante cuestión de la energía es una de esas oportunidades. Trabajar estrechamente con los principales productores de energía (en particular Kazajstán y Turkmenistán) para que Europa deje de depender del petróleo y el gas rusos es un importante incentivo para la cooperación.

Hasta cierto punto, el compromiso en este frente está en marcha.

La UE se ha esforzado por garantizar que sus sanciones a Rusia no afecten al suministro de petróleo kazajo a Europa, que representa el ocho por ciento del total de las importaciones de petróleo, la mayoría de las cuales transita por Rusia.

Pero a medio plazo, Europa debe hacer más. Existe un claro interés mutuo y estratégico en proporcionar a Kazajstán el apoyo financiero y técnico que necesita para diversificar sus rutas de exportación a través del Mar Caspio.

También es crucial la auténtica oportunidad de apoyar la difusión de los valores europeos: buen gobierno, tolerancia, igualdad y derechos humanos.

El Banco Mundial está llegando a su 20º aniversario de compromiso con Asia Central, reconociendo la oportunidad sin precedentes de la región como centro de intercambio y comercio. Sin embargo, reconoce que las presiones y las desigualdades son grandes, con el cambio climático, la pobreza rural y la persistencia de actitudes patriarcales en la región.

Sigue siendo muy represiva

Hay grandes avances que aún deben realizarse. Uzbekistán y Turkmenistán siguen estando entre los países más represivos del mundo, donde la libertad de expresión y la apertura política son conceptos prácticamente desconocidos.

Sin embargo, la UE puede tener un impacto real en el apoyo a lo que es una dirección positiva de cambio, si invierte los recursos necesarios para ayudar a apoyar las reformas.

Está claro que las reformas ya están en la agenda. Desde la invasión de Ucrania, Kazajstán ha llevado a cabo una importante remodelación de su sistema político mediante una nueva constitución progresista que ha dado resultados impresionantes. Kirguistán también está realizando gradualmente progresos más alentadores en su transición democrática y en su liberalización política.

Pero esto sólo será efectivo junto con un compromiso sustancial en otros frentes. Europa debe demostrar un verdadero compromiso para trabajar de forma productiva con estos nuevos aliados. Sin una cooperación económica real y sin asociaciones de inversión, los gestos diplomáticos serán huecos.

La diplomacia puede hacer verdaderos progresos, junto con compromisos concretos. Después de todo, la situación con Rusia sigue siendo extremadamente delicada; el temor a incitar la hostilidad rusa podría disuadir innecesariamente el compromiso. La delicadeza, por tanto, es primordial.

Con la combinación adecuada de diplomacia, compromiso sustantivo y sutileza, la invasión de Ucrania podría marcar un punto de inflexión para la región y para la influencia rusa. Estos cambios podrían, en última instancia, sentar las bases de un mundo en el que Rusia ya no sea una amenaza para ningún otro Estado soberano.

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