Ucrania, sí. Pero recuerda también Afganistán y Somalia

Mientras escribo esta columna en el campus del Colegio de Europa en Natolin, Polonia, los voluntarios locales y otros de toda Europa están ayudando a los organismos de socorro a proporcionar alimentos, refugio y transporte a los refugiados, en su mayoría mujeres y niños, que están cruzando la frontera.

Esta generosidad y solidaridad son impresionantes, al igual que la rápida respuesta de la UE en términos de ayuda humanitaria y la decisión de acoger a los refugiados ucranianos.

  • No se puede esperar que la UE resuelva todos los problemas humanitarios del mundo, pero el bloque sólo puede ser un actor geopolítico global si ayuda a Ucrania al mismo tiempo que mantiene la ayuda a Afganistán y otros lugares

Este apoyo debe continuar durante el tiempo que sea necesario.

Además, los gobiernos de la UE deben reunir los recursos financieros y la voluntad política para continuar con los esfuerzos de ayuda en otras partes del mundo.

La ayuda a Ucrania no debe significar menos ayuda para otras emergencias humanitarias.

La experiencia demuestra que, una vez que dejan de ser noticia, las tragedias humanitarias reciben menos atención mundial y, por tanto, menos dinero.

Esto no sólo es moralmente irresponsable, sino también contraproducente.

Una razón sencilla: la incapacidad de hacer frente a las crisis humanitarias suele aumentar los riesgos de seguridad regionales y mundiales y provoca un aumento de la migración.

Precisamente por eso, las llamadas crisis olvidadas -dondequiera que estén- no deben ser desatendidas.

Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, ha advertido que el sufrimiento humano alcanza hoy niveles sin precedentes en todo el mundo.

El número de personas necesitadas alcanzó un máximo histórico de 243,8 millones, repartidos en 75 países, en 2020.

La financiación humanitaria mundial, por el contrario, está disminuyendo.

El total de la ayuda humanitaria internacional se estancó en 30.900 millones de dólares [€28bn] en 2020, provocando un déficit de financiación sin precedentes del 52%.

La pandemia es en parte responsable de la reducción de la ayuda, así como de la disminución de la atención internacional a muchas de las tragedias humanitarias del mundo.

Ahora, a medida que la guerra en Ucrania se intensifica, los donantes tradicionales también se ven presionados para tomar decisiones y establecer prioridades.

Los que prestan asistencia a Ucrania no deben redirigir los fondos de otras operaciones humanitarias ya infrafinanciadas, dice Egeland. Otros organismos de ayuda están igualmente preocupados.

Lamentablemente, la tendencia a la baja puede haber comenzado ya.

Somalia, Afganistán… la lista es casi interminable

Los fondos para emergencias se están agotando porque Ucrania parece “chupar todo el oxígeno que hay en la habitación”, según Adam Abdelmoula, coordinador humanitario de la ONU para Somalia.

La UE y otros donantes pueden demostrar que esto no es cierto.

Su primera gran oportunidad para hacerlo será en la conferencia virtual de la ONU sobre promesas de contribuciones para Afganistán, a finales de este mes.

Tras haber prometido apoyar a los afganos tras la precipitada salida de las tropas estadounidenses y la toma del poder por los talibanes el pasado agosto, la UE ya ha enviado al país 221 millones de euros en ayuda de emergencia.

También se ha acordado un paquete adicional de ayuda “humanitaria plus” de la UE de 268,3 millones de euros, implementado a través de las agencias de la ONU con el fin de eludir a las autoridades estatales dirigidas por los talibanes, para apoyar proyectos de salud y educación y proporcionar medios de vida a los afganos.

Este esfuerzo debe continuar. La UE debe hacer su parte para responder al objetivo de la ONU de recaudar 4.400 millones de dólares [€4bn] para ayudar a más de 24 millones de afganos que necesitan ayuda urgente para luchar contra el hambre y la desnutrición aguda.

La ONU también ha advertido que se necesitan 3.600 millones de dólares adicionales para ayudar a los afganos a acceder a los servicios básicos, en particular a la sanidad y la educación.

La catástrofe humanitaria de Afganistán está causada, al menos en parte, por la falta de liquidez en el país que, a su vez, está provocada por la congelación por parte del gobierno estadounidense de siete mil millones de dólares en activos del Banco Central afgano.

La reciente orden ejecutiva del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, intentó corregir este error poniendo la mitad de los activos congelados a disposición de los esfuerzos humanitarios en Afganistán, mientras que la otra mitad se distribuye a las víctimas estadounidenses del terrorismo, incluidos los familiares de los asesinados el 11 de septiembre.

Pero los críticos dicen que el plan es desordenado y moralmente incorrecto.

Mientras tanto, los afganos siguen en una situación desesperada. Se teme que la subida de los precios del trigo provocada por el conflicto ucraniano multiplique el impacto en la hambruna de Afganistán.

Mientras la atención internacional se centra en Ucrania, a los afganos también les preocupa que haya menos presión sobre los talibanes para establecer un gobierno inclusivo.

El aumento de las represalias de los talibanes contra las antiguas fuerzas de seguridad yfuncionarios del gobierno y también se temen más ataques a grupos minoritarios y detenciones de mujeres activistas.

En los próximos días, la UE debe mantener la presión para garantizar que los talibanes cumplan su promesa de permitir que todas las niñas vuelvan a la escuela secundaria a finales de marzo, cuando las escuelas vuelvan a abrir tras las vacaciones de invierno.

Es necesario que la UE siga apoyando el “Foro de Mujeres Líderes Afganas”, creado recientemente para que las mujeres afganas -tanto del país como de la diáspora- establezcan las prioridades para el futuro de su país.

No se puede esperar que la UE resuelva todos los problemas humanitarios del mundo.

Pero el bloque sólo puede pretender ser un actor geopolítico verdaderamente global si puede ayudar a Ucrania al tiempo que mantiene la ayuda a Afganistán y a las demás emergencias del mundo.

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