Ucrania nos recuerda que las guerras son una de las peores cosas que pueden ocurrir no sólo a la humanidad, sino también a la naturaleza.
La brutalidad de la invasión militar de la Federación Rusa en Ucrania ha traído consigo terribles consecuencias humanitarias y graves daños medioambientales. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha advertido que Ucrania quedará con un legado medioambiental tóxico para las generaciones venideras.
Durante la Conferencia sobre la Recuperación de Ucrania celebrada en Lugano (Suiza) a principios de este mes, Ucrania anunció que la recuperación total costará la asombrosa cifra de 750.000 millones de dólares [€739].
Al igual que el exitoso Plan Marshall tras la Segunda Guerra Mundial, es importante sentar las bases del plan ucraniano con mucha antelación.
Igualmente importante es que la recuperación de la posguerra se haga de forma sostenible.
Por ejemplo, cuando se reconstruyan las infraestructuras energéticas, deberán alimentarse con energías renovables; cuando se restauren los bosques, deberán protegerse de la tala insostenible; cuando se reconstruyan las viviendas, deberán cumplir con altos estándares de eficiencia energética. El futuro de Ucrania debe ser lo más ecológico posible.
Nos alienta que muchos países ya se hayan comprometido a contribuir a la recuperación de Ucrania. Sin embargo, la plena responsabilidad de los daños debe recaer en la Federación Rusa y sus actores.
Hasta ahora, la comunidad internacional se ha centrado, con razón, en aumentar las sanciones. Ahora es el momento de empezar a establecer mecanismos de responsabilidad específicos.
Tanto el fiscal general de Ucrania como el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI) iniciaron investigaciones sobre posibles crímenes de guerra a menos de una semana de la invasión rusa.
Hasta la fecha, las autoridades de al menos una docena de otros Estados también han abierto investigaciones de jurisdicción universal sobre presuntos crímenes de guerra en Ucrania.
Todos los esfuerzos deben procurar ser lo más concertados posible. En particular, con respecto a la documentación de los daños medioambientales, sería aconsejable dar prioridad a la recopilación de pruebas y a su preservación, ya que cualquier retraso o descuido podría hacer que se perdieran oportunidades de documentación efectiva que condujera a la formulación de cargos y a un posible enjuiciamiento.
Estatutos y ratificación
Ahora que la CPI celebra el 20º aniversario de la entrada en vigor del Estatuto de Roma, se le presenta la oportunidad de invocar por primera vez la única disposición que aborda los crímenes medioambientales en el Estatuto en el marco de los Crímenes de Guerra, el artículo 8(2)(b)(iv). Ucrania también debería dar el paso que debería haber dado de adherirse al Estatuto de Roma.
La ratificación le daría la oportunidad de buscar la cooperación y solicitar la asistencia de la corte según el documento de política de 2016 de la oficina del fiscal sobre la selección y priorización de casos con respecto al ecocidio, que también constituye un delito grave en virtud de la legislación nacional de Ucrania. Poner fin a la impunidad del ecocidio enviaría una fuerte señal de que causar un daño grave al medio ambiente es inaceptable en cualquier zona de guerra.
Las instituciones existentes rara vez son adecuadas cuando se busca la rendición de cuentas por crímenes militares, razón por la cual, históricamente, se han establecido organismos internacionales a medida para tales fines.
Por ejemplo, la Comisión de Indemnización de la ONU tramitó con éxito las reclamaciones e indemnizó a las entidades por los daños sufridos como consecuencia de la invasión de Kuwait por parte de Irak en 1990-1991; el Mecanismo de Investigación Independiente de Myanmar se creó en 2018 para recopilar pruebas de las violaciones más graves del derecho internacional y preparar los casos para su enjuiciamiento penal.
En el caso de Ucrania deberían crearse organismos internacionales similares, con el objetivo de lograr la responsabilidad y la rendición de cuentas penales.
Un medio ambiente limpio, sano y sostenible es vital para el futuro de Ucrania.
Aunque la comunidad internacional tiene la responsabilidad de ayudar a Ucrania en su plan de recuperación sostenible, no debe pasar por alto su obligación de invocar y, cuando sea necesario, reforzar las normas medioambientales internacionales y los mecanismos legales para que los responsables rindan cuentas.