El Día de Europa (lunes 9 de mayo) es una ocasión para recordar que lo que nos une es mayor que lo que nos divide. La UE ofrece a las personas una forma de reunirse por encima de las diferencias nacionales, culturales y religiosas para perseguir valores que todos compartimos, como la democracia, el Estado de Derecho y los derechos fundamentales.
Los autoritarios populistas hacen todo lo posible por dividirnos en función de nuestra procedencia, de a quién amamos o a quién rezamos.
Pero en realidad, la mayoría de nosotros queremos las mismas cosas, como líderes que hagan lo mejor para su pueblo y gobiernos que nos den a todos las mismas oportunidades. En el Día de Europa debemos recordar a las organizaciones de la sociedad civil que, junto con los periodistas y otros organismos de control, trabajan para dar vida a estos valores y mantener nuestras sociedades libres y justas.
Cada vez más, estos guardianes de la democracia están siendo atacados, y no sólo por los sospechosos autoritarios habituales.
Las campañas de desprestigio orquestadas por el gobierno, las restricciones de financiación y las limitaciones injustas a su capacidad para realizar su trabajo amenazan su existencia y, a su vez, amenazan nuestros derechos y nuestra democracia.
Incluso en las democracias tradicionalmente fuertes, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) están bajo presión.
En Francia, una nueva ley permite al gobierno cerrar o denegar la financiación pública a las organizaciones cuyo trabajo considere que no se ajusta a los “valores nacionales”. Esto último se ha dejado sin definir, quizá intencionadamente. La reciente disolución de dos grupos, el Colectivo contra la Islamofobia en Francia y la Coordinación contra el Racismo y la Islamofobia, demuestra que el gobierno utilizará este poder.
Los gobiernos de Croacia, Estonia, Francia, Alemania, Hungría y Eslovenia han hecho recientemente la vida más difícil a las OSC.
En Alemania, por ejemplo, los políticos de centro-derecha, presionados por los grupos de presión de las empresas, han aprovechado una legislación obsoleta para que los tribunales fiscales despojen a las OSC que promueven causas que interfieren con sus beneficios, como la protección del medio ambiente, de su estatus de exención fiscal.
Las cosas son considerablemente peores en los países que siguen una estrategia deliberada para destruir la democracia.
Después de que el Tribunal de Justicia dictaminara que la ley húngara contra las ONGs infringía la legislación de la UE, el gobierno simplemente la sustituyó por otra ley problemática. El gobierno polaco, que en el pasado ha orquestado campañas de desprestigio contra las OSC que promueven la igualdad de las personas LGBTIQ y el acceso al aborto, ahora acosa a las organizaciones que ayudan a las personas que intentan huir a Polonia desde Bielorrusia.
Desgaste de activistas con falsas demandas
Además de las campañas de desprestigio y las leyes restrictivas, algunos políticos y empresas utilizan falsas demandas para impedir que las OSC y los periodistas saquen a la luz actividades poco éticas e ilegales.
Se conocen como SLAPPs: demandas estratégicas contra la participación pública. Los infractores lanzan SLAPPs sin intención de ganar. Más bien, utilizan sus recursos para arrastrar a los vigilantes a largas batallas judiciales que agotan las finanzas y la resistencia de activistas y periodistas.
El objetivo final es disuadir a las organizaciones de la sociedad civil y a los medios de comunicación de denunciar actividades ilegales o poco éticas o de movilizar al público.
Por ejemplo, en marzo de 2022, Greenpeace España y otros grupos fueron demandados por difamación por la agroindustria Valle de Odieta, tras exponer la contaminación del agua y el suelo de una gigantesca granja industrial de vacas propiedad de la empresa.
En Eslovenia, el fiscal del Estado condenó a uno de los cabecillas de las protestas ciclistas del viernes a pagar más de 50.000 euros en multas, supuestamente para cubrir los costes de la vigilancia de las protestas antigubernamentales.
La Comisión Europea ha reconocido que los SLAPP son un problema para la democracia. El mes pasado, lanzó una propuesta de legislación para hacer frente a las SLAPP. También incrementó el apoyo a las organizaciones de la sociedad civil mediante el aumento de las oportunidades de financiación (en el marco del nuevo programa Ciudadanos, Igualdad, Derechos y Valores), y prometió estudiar el estado del espacio cívico en un próximo informe que se espera para finales de este año.
También en otros ámbitos hay motivos para la esperanza en el futuro de la democracia. La Comisión Europea ha hecho uso finalmente de nuevos poderes para detener el flujo de fondos de la UE a Hungría. El gobierno ha utilizado el dinero de la UE para llenar los bolsillos de los aliados comerciales que le ayudan a mantenerse en el poder.
Y los resultados de las elecciones en Francia y Eslovenia demuestran que los votantes se resisten a la desinformación y la división que vende la extrema derecha en esos países.
Pero a pesar de estos motivos de esperanza, este Día de Europa debería recordarnos que los valores que compartimos sólo pueden prosperar cuando se cuidan, y que la UE debe proteger mejor a quienes cuidan nuestras democracias.
Ayudar a aumentar el apoyo público a los esfuerzos de las OSC, protegerLos ataques a los activistas, la creación de un marco que les permita realizar su trabajo y la facilitación del acceso a la financiación deberían ser prioridades si la UE se toma en serio la idea de hacer que la democracia funcione para todos nosotros.