2022 será recordado como un momento trascendental en la historia de Irán, pero no como muchos observadores pensaban a principios de año.
Se suponía que iba a ser el año en que el régimen iraní y la administración Biden abordaran por fin su estancamiento en las negociaciones sobre el controvertido programa nuclear de Teherán. Las elecciones presidenciales del año pasado en Irán parecían haber eliminado un importante obstáculo estructural. La nueva administración de Teherán, encabezada por el presidente Ebrahim Raisi, era abiertamente conservadora, pero por esa misma razón se creía que Raisi estaba facultado para llevar las conversaciones con Occidente a una conclusión decisiva. Sin embargo, esas esperanzas se han desvanecido: A finales de año, el acuerdo nuclear sigue en una especie de estado zombi, atrapado en el limbo entre la vida y la muerte.
Este fracaso se debe, al menos en parte, al principal acontecimiento político iraní del año pasado, que nadie vio venir. El movimiento de protesta “Mujeres, vida, libertad” se inició en septiembre tras la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, mientras se encontraba bajo custodia de la llamada policía de la moralidad iraní. No tiene visos de disiparse. Las manifestantes han salido a las calles de todo el país para exigir la igualdad de derechos para las mujeres y el fin de un régimen que ha demostrado ser incapaz de garantizarlos. El gobierno ha respondido con la fuerza bruta, matando a cientos de personas y deteniendo a miles.
2022 será recordado como un momento trascendental en la historia de Irán, pero no como muchos observadores pensaban a principios de año.
Se suponía que iba a ser el año en que el régimen iraní y la administración Biden abordaran por fin su estancamiento en las negociaciones sobre el controvertido programa nuclear de Teherán. Las elecciones presidenciales del año pasado en Irán parecían haber eliminado un importante obstáculo estructural. La nueva administración de Teherán, encabezada por el presidente Ebrahim Raisi, era abiertamente conservadora, pero por esa misma razón se creía que Raisi estaba facultado para llevar las conversaciones con Occidente a una conclusión decisiva. Sin embargo, esas esperanzas se han desvanecido: A finales de año, el acuerdo nuclear sigue en una especie de estado zombi, atrapado en el limbo entre la vida y la muerte.
Este fracaso se debe, al menos en parte, al principal acontecimiento político iraní del año pasado, que nadie vio venir. El movimiento de protesta “Mujeres, vida, libertad” se inició en septiembre tras la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, mientras se encontraba bajo custodia de la llamada policía de la moralidad iraní. No tiene visos de disiparse. Las manifestantes han salido a las calles de todo el país para exigir la igualdad de derechos para las mujeres y el fin de un régimen que ha demostrado ser incapaz de garantizarlos. El gobierno ha respondido con la fuerza bruta, matando a cientos de personas y deteniendo a miles.
El movimiento supone el desafío más serio al control del país por parte del régimen desde los primeros días de la Revolución iraní de 1979. Las protestas son también las más prolongadas desde que surgió el Movimiento Verde tras las controvertidas elecciones presidenciales de 2009. Sin embargo, a diferencia de la revuelta anterior, el movimiento actual carece de líderes y tiene un carácter más explícitamente revolucionario.
Las protestas son la expresión de una sociedad iraní cada vez menos religiosa y más distanciada de su sistema teocrático de gobierno. El régimen ha intentado apaciguar a la opinión pública afirmando que disolverá la policía de la moralidad. Pero puede que sea demasiado tarde para recuperar el afecto de la inquieta juventud iraní. Esto plantea la cuestión de qué grado de coerción será necesario para mantenerlos a raya en el próximo año.
Aún no está claro cómo se desarrollará el movimiento en el próximo año. Pero para entender cómo hemos llegado a donde estamos hoy, lee estos cinco Política Exterior de 2022.
1. Conoce a la Generación Z de Irán: la fuerza motriz de las protestas
por Holly Dagres, 1 de noviembre
Se ha convertido en un cliché señalar que las protestas de Irán han sido lideradas por la juventud del país. Holly Dagres, investigadora principal del Atlantic Council, va más allá de esa observación superficial para ofrecer un retrato completo de la Generación Z de Irán -nacida entre 1997 y 2012- y el punto de vista distintivo que la impulsó a tomar las calles.
Dagres describe una generación que tiene poca relación directa con los mitos fundacionales del régimen: la agitación de la Revolución iraní y los años de sacrificio que el régimen ha utilizado para legitimar su dominio. Lo que tienen, en cambio, es una letanía de agravios -sobre el estancamiento económico y la corrupción interna- y el “conocimiento de las redes sociales” para expresarlos a pesar de los cierres intermitentes de Internet y de las medidas draconianas que se aplican en la red.censura. “Frustrados y enfadados con el statu quo, no tienen miedo de expresarse en línea o en persona ni de sobrepasar las líneas rojas de la República Islámica”, escribe. “Y están sacudiendo el envejecido y esclerótico establishment clerical hasta un punto no visto desde la revolución del país en 1979”.
2. Irán está cediendo mucho menos de lo que parece
por Sina Toossi, 7 de diciembre
A principios de diciembre, las autoridades iraníes sorprendieron a los observadores nacionales e internacionales al insistir en que la famosa policía de la moralidad dejaría de operar en el país. Sina Toossi, investigador no residente del Centro de Política Internacional, advierte que no se debe considerar este hecho como un motivo de celebración. Las violaciones de la moral islámica siguen estando penadas por la ley, y hay indicios de que el régimen ya está buscando otros métodos para hacerlas cumplir.
“Queda por ver si la República Islámica cambiará en la práctica su estilo de gobierno de forma que aborde los agravios públicos”, escribe Toossi. Pero esto sólo puede conducir a una escalada de las protestas. “Es poco probable que la sustitución de la policía de la moralidad por otras herramientas punitivas, como el cierre de cuentas bancarias, apacigüe a los manifestantes y podría empujar aún a más gente a tomar las calles”, añade. “Para muchos iraníes, la República Islámica es irredimible”.
3. ¿Por qué no se unen los trabajadores de Irán?
por Esfandyar Batmanghelidj y Zep Kalb, 3 de noviembre
Irán no es ajeno a las sanciones económicas impuestas por terceros; durante años, el país ha sido objeto de la presión financiera de Occidente por el controvertido programa nuclear de Teherán. El movimiento de protesta ha intentado ejercer su propia presión sobre el régimen organizando huelgas laborales en todo el país para paralizar la economía. Esfandyar Batmanghelidj, fundador de la Bourse & Bazaar Foundation, y Zep Kalb, doctorando de la Universidad de California en Los Ángeles, explican por qué este esfuerzo tiene sentido en teoría, pero en la práctica ha fracasado en la mayoría de los casos.
“La idea de que una huelga general podría marcar la diferencia en el nuevo movimiento de protesta iraní está ligada al recuerdo de la revolución de 1979 que condujo a la fundación de la República Islámica”, escriben. “A partir de 1978, las huelgas llevadas a cabo por funcionarios, trabajadores municipales e incluso trabajadores del petróleo ejercieron una presión significativa sobre el régimen del sha. Pero las condiciones que permitieron grandes movilizaciones laborales en 1979 no existen hoy”. Los trabajadores iraníes tienen un empleo mucho más precario que hace décadas, “lo que dificulta su movilización.”
“El Ministerio de Petróleo iraní emplea directamente a menos de un tercio de todos los trabajadores del petróleo del país y depende de contratistas privados para su apoyo”, señalan los autores. “Tras años de privatizaciones, menos de un centenar de grandes empresas industriales siguen en manos del Estado. La mayoría de los trabajadores de estas empresas están empleados con contratos temporales.”
4. ¿Por qué teme tanto el régimen iraní esta canción?
por Nahid Siamdoust, 26 de octubre
Es lógico que un movimiento de protesta dedicado al derecho a la libre expresión personal se decantara rápidamente por un himno singular. Nahid Siamdoust, profesora de la Universidad de Texas en Austin, ofrece una lectura atenta de la canción “Baraye”, que se traduce en inglés como “para” o “a causa de” y cuya letra recita una lista de agravios básicos contra el régimen iraní -derechos humanos básicos, desde ganarse el sustento hasta disfrutar de un beso con un ser querido-. “La canción revela la naturaleza simple y ordinaria de las cosas por las que los iraníes sufren, piden e incluso mueren”, escribe Siamdoust. “Es radical al revelar a nivel nacional la crueldad de un sistema que niega esas demandas básicas, exponiendo las devastadoras condiciones a las que se enfrentan los iraníes bajo el régimen actual”.
No es sólo el contenido de la letra de la canción, sino la forma de su distribución lo que refleja el movimiento de protesta. “Si ‘Baraye’ refleja un estado de ánimo diferente, quizá sin precedentes a nivel nacional, también refleja la estructura organizativa de este reciente movimiento de protesta”, añade Siamdoust. Si está interconectado y carece de líderes, también lo está la canción”. La letra fue escrita por iraníes en general ysimplemente musicada y vocalizada por la joven promesa de la canción Shervin Hajipour”.
5. La Guardia Revolucionaria iraní nunca se rendirá
por Afshon Ostovar, 18 de octubre
Era un impulso comprensible preguntarse si el movimiento de protesta de Irán podría seguir creciendo hasta alcanzar un umbral que hiciera que las fuerzas de seguridad del país dieran marcha atrás y se pusieran del lado de los manifestantes frente al régimen. Afshon Ostovar, profesor de la Naval Postgraduate School, explica por qué esta expectativa siempre estuvo arraigada en la ingenuidad. La fuerza de seguridad más poderosa de Irán, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), fue diseñada precisamente para no retroceder en una situación así.
Durante la Revolución iraní de 1979, explica Ostovar, “fue la decisión de los militares iraníes de declararse neutrales y retirarse la que señaló el fin de la dinastía Pahlavi, poniendo a Irán en un nuevo rumbo”. Pero al exigir el fin del sistema islámico, los actuales “manifestantes de Irán desafían la propia razón de ser del CGRI. El IRGC no puede existir bajo una forma de gobierno que ya no esté definida por la Revolución Islámica. Si se revoca el orden actual, el IRGC no tendrá cabida en lo que venga después”. Por eso lucharán para protegerlo hasta el final.