El escándalo del espionaje, que lleva latente casi un año, estalló esta semana después de que el líder del principal partido de la oposición griega presentara una moción de censura contra el gobierno tras una serie de revelaciones de que periodistas y políticos eran objeto de programas espía o estaban bajo vigilancia estatal.
La polémica comenzó en marzo del año pasado, cuando el grupo de defensa de los derechos digitales Citizen Lab informó al periodista Thanasis Koukakis de que su teléfono había estado vigilado durante diez semanas por un potente programa espía llamado Predator.
Cuatro meses después, se supo que Nikos Androulakis, líder del partido de la oposición Pasok-Kinal, también había sido objeto del mismo programa espía.
Casi un año después de que estallara este escándalo, los ciudadanos griegos siguen esperando el resultado de las investigaciones judiciales en curso sobre las acusaciones de vigilancia y las mejoras en la protección del derecho a la intimidad.
Tras la revelación de que el teléfono de Koukakis había sido infectado con un programa espía, se supo que también había sido intervenido telefónicamente por el Servicio Nacional de Inteligencia. Mientras tanto, el gobierno admitió que Androulakis había sido sometido a lo que, según ellos, era una vigilancia estatal legal, aunque negaron haber utilizado Predator.
Desde abril de 2022, las autoridades han ordenado al menos tres investigaciones penales sobre el uso de programas espía. La tercera investigación comenzó después de que el periódico griego Documento publicara una lista de personas de alto perfil que supuestamente estaban bajo vigilancia estatal o habían sido objeto de Predator.
En diciembre de 2022, Euractiv informó de que el periodista de investigación Tasos Telloglou, que está llevando a cabo investigaciones sobre el uso de programas espía en Grecia, también estaba bajo vigilancia estatal por razones de seguridad nacional desconocidas.
En un debate parlamentario celebrado esta semana, Alexis Tsipras, líder del principal partido de la oposición, Syriza, reveló los nombres de algunas personas sometidas a vigilancia estatal, enumeradas en un informe del organismo de control de las telecomunicaciones del país. En la lista figuraban un ministro del gobierno y el jefe de las fuerzas armadas.
A pesar de las innumerables acusaciones y de la indignación pública, el gobierno griego sigue negando haber comprado o utilizado programas espía Predator.
Sin embargo, en diciembre de 2022, The New York Times reveló que el gobierno griego concedió licencias de exportación de Predator a Intellexa, una empresa de software espía de propiedad israelí. Los medios de comunicación griegos también informaron de supuestos vínculos entre funcionarios del Estado y las empresas implicadas en la circulación de Predator.
El “efecto escalofriante
Estos actos profundamente intrusivos de vigilancia autorizada por el Estado han tenido un efecto amedrentador no sólo en periodistas individuales, sino en la sociedad civil en su conjunto. Los activistas y el personal de las ONG trabajan con el temor constante de ser espiados. Koukakis dijo a Amnistía Internacional que ahora sólo se reúne con fuentes sensibles en persona, y siente que no puede comunicarse con seguridad por teléfono.
El pasado noviembre, ante la creciente presión, el gobierno anunció que introduciría una ley que “prohibiría la venta de programas espía”.
Sin embargo, el proyecto de ley de vigilancia aprobado el pasado mes de diciembre legaliza la adquisición de tecnología de vigilancia por parte de las autoridades, lo que permite cometer los mismos abusos que protagonizaron el escándalo de vigilancia del año pasado.
La ley, que ha sido duramente criticada por la sociedad civil, los partidos de la oposición y las autoridades administrativas independientes, no ofrece un recurso efectivo a las personas sometidas a vigilancia por motivos de seguridad nacional.
Según la legislación, una persona tiene que esperar tres años para saber si ha sido objeto de vigilancia, y sólo se le pueden notificar las medidas concretas utilizadas y durante cuánto tiempo fue objeto de vigilancia. No se le puede decir por qué se le ha sometido a vigilancia.
El marco de la nueva ley también carece por completo de imparcialidad. Dos de los tres miembros del comité encargado de decidir si se informará a una persona sometida a vigilancia siguen trabajando para las autoridades fiscales que autorizaron la interceptación de las comunicaciones en primer lugar.
A principios de enero, un dictamen emitido por el Fiscal del Tribunal Supremo de Grecia concluía que las telecomunicaciones del paísde vigilancia no puede investigar a los proveedores de telefonía móvil a petición de los particulares para averiguar si han sido objeto de escuchas telefónicas por motivos de seguridad nacional, y advirtió de que tales investigaciones podrían acarrear sanciones penales. El dictamen, que parecía destinado a socavar la supervisión independiente de la vigilancia estatal, fue criticado por la prensa.
En noviembre de 2022, el comité Pegasus (PEGA), creado en 2022 para investigar el abuso de programas espía por parte de los gobiernos de la UE, visitó Grecia. La ponente del organismo, Sophie in ‘t Veld, pidió a las autoridades griegas que aclararan el uso de programas espía antes de las elecciones de este año.
El 24 de enero, la comisión Pega presentó un proyecto de recomendaciones en el que expresaba su grave preocupación por la “inadecuación fundamental” de la UE para responder a los ataques a la democracia desde dentro del bloque.
No sólo Grecia
Las recomendaciones, cuya votación está prevista para abril, incluyen recomendaciones específicas para Polonia, Hungría, España, Chipre y Grecia. La comisión pide a Grecia que restablezca y refuerce urgentemente las salvaguardias legales contra los programas espía y garantice que las autoridades puedan investigar libremente todas las denuncias de su uso.
A raíz del Proyecto Pegasus, que reveló que se habían utilizado programas espía para atacar a periodistas, defensores de los derechos humanos y políticos de todo el mundo, urge establecer una moratoria internacional sobre el desarrollo, uso, transferencia y venta de tecnologías de programas espía hasta que exista un marco jurídico mundial que impida estos abusos.
El escándalo de la vigilancia en Grecia nos recuerda una vez más la fragilidad de los derechos a la intimidad y a la libertad de expresión.
Ya es hora de que las autoridades griegas ofrezcan garantías a las personas que puedan ser objeto de programas espía o de vigilancia estatal. Además, deben llevarse a cabo investigaciones imparciales, rápidas y exhaustivas de todas las denuncias de vigilancia digital ilegal.
La moción de censura se votará el viernes 27 de enero, tras tres días de debate. Aunque no se espera que la moción sea aprobada, las repercusiones de este escándalo se dejarán sentir durante muchos meses y años, y deben sacudirnos a todos de la complacencia.