Sin embargo, esta sexta extinción masiva es diferente, ya que está causada en su totalidad por una fuerza destructiva: los humanos, o más concretamente, los humanos más ricos del mundo.
Este último anuncio es un ejemplo impactante de la velocidad sin precedentes a la que el cambio climático inducido por el ser humano está afectando al mundo natural, y los científicos creen que en unos pocos siglos, el 75% de todas las especies podrían dejar de existir.
De hecho, no se trata sólo de una horrible pérdida de plantas y animales del mundo, sino que es el último ejemplo de la deuda climática del Norte Global, contraída durante siglos de expansión económica que ha despreciado y perjudicado al Sur Global. Después de todo, los más ricos del mundo siguen siendo responsables del 80% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero desde la Revolución Industrial.
Y en esa búsqueda de riqueza y poder, el Norte Global catalizó una sexta extinción masiva que está afectando de forma predominante y desproporcionada al Sur Global.
Por ejemplo, África, de donde soy, ya está sintiendo los efectos de esta pérdida de biodiversidad; millones de personas se enfrentan a la inseguridad alimentaria, a la infertilidad del suelo, a la escasez de agua, a los desastres naturales, e incluso a las pandemias. África oriental sufre una sequía tan extrema que los pastores han perdido hasta el 70% de su ganado, y 26 millones de personas de la región tienen dificultades para acceder a los alimentos.
Pero no es sólo África.
En América del Sur, Brasil fue testigo de incendios forestales provocados por la sequía que mataron a unos 17 millones de animales sólo en 2020, perjudicando el rendimiento de los cultivos e incluso la salud humana. Y en el sudeste asiático, Malasia sufrió inundaciones tan graves que el país solicitó por primera vez fondos a la ONU para luchar contra el cambio climático.
Pero esto es sólo la punta del iceberg.
Mientras los más pobres del mundo luchan contra una oleada de desastres naturales, los países ricos están aplicando políticas con daños medioambientales conocidos. Por ejemplo, el Reino Unido aprobó recientemente el uso de pesticidas que se sabe que matan a las abejas, una de las últimas defensas contra el cambio climático irreversible. Al fin y al cabo, las abejas son responsables de la polinización de un tercio del suministro mundial de alimentos.
La protección de la biodiversidad es crucial para la supervivencia de los seres humanos.
En la actualidad, el 75% del suministro de alimentos del mundo se sustenta en sólo cinco especies animales y una docena de cultivos, lo que lo hace extremadamente vulnerable.
La covida-19 ha obstaculizado el objetivo de la ONU de erradicar el hambre para 2030. Las predicciones actuales muestran que alrededor de 660 millones de personas podrían pasar hambre a finales de la década, en gran parte debido a los impactos a largo plazo de la pandemia en la seguridad alimentaria mundial.
Una vez más, el Sur Global es el más afectado, siendo el África subsahariana y el sur de Asia los que presentan los mayores niveles de hambre.
El punto ciego del Norte Global
Durante demasiado tiempo, el Norte Global ha ignorado el daño que ha causado. Y las soluciones -como los 100.000 millones de dólares [€89bn] prometidos por los países ricos al mundo en desarrollo, no se han materializado.
La actual crisis de la biodiversidad se debe en gran medida a las actividades humanas, como la deforestación, la caza y la sobrepesca. Aunque el Sur Global está soportando la carga de estas actividades, son el resultado de la creciente demanda de alimentos por parte de los consumidores occidentales.
Entonces, ¿qué debe ocurrir?
El Norte Global debe trabajar con el Sur Global para alcanzar los objetivos climáticos necesarios para salvar nuestro planeta. Esto significa revisar los acuerdos comerciales, las políticas medioambientales y los marcos económicos que durante demasiado tiempo han beneficiado a una economía global injusta e insostenible.
Las emisiones de carbono del 1% más rico duplican con creces las de la mitad más pobre de la humanidad. A pesar de los numerosos compromisos y llamamientos a la solidaridad de los países ricos -el más reciente en la COP26-, éstos han fracasado terriblemente.
Ya es hora de que el Norte Global acepte la responsabilidad de sus malos hábitos.
Parte de esto es reconocer los esfuerzos del Sur Global para construir economías sostenibles y más resistentes. Un buen ejemplo es el de Malasia, que ha revolucionado su sector del aceite de palma y ha implantado un sistema de certificación obligatorio a nivel nacional para garantizar la debida diligencia en toda la cadena de suministro de este producto básico que se encuentra en el 50% de los productos de los supermercados. El programa de Aceite de Palma Sostenible de Malasia (MSPO) ha conseguido que el 93% del aceite de palma producido cumpla estrictas normas medioambientales.
Sin embargo, este tipo de planes son ignorados con demasiada frecuencia por el Norte Global, que en su lugar hace promesas climáticas vacías y aísla los intentos del Sur Global mediante la emisión de prohibiciones y boicots absolutos en favor de alternativas con mayores efectos medioambientales.
La cuestión no es que las voces delLos países del Sur simplemente no son escuchados, sino que son silenciados activamente. Un estudio reciente de Carbon Brief reveló que menos del 1% de los trabajos de investigación sobre el clima fueron escritos por autores africanos, a pesar de que el continente es el más vulnerable al cambio climático.
Lo que está ocurriendo en el Sur Global no existe en el vacío. Y, en última instancia, sirve como recordatorio de que no todos podemos escapar del impacto del cambio climático en nuestras sociedades. Parte de esto significa reconocer el papel histórico del Norte Global en la catalización de este evento de extinción sin precedentes y trabajar juntos para encontrar soluciones comunes.
Sin una intervención urgente, estos acontecimientos devastadores no sólo representarán el peor ejemplo de destrucción humana, sino que dañarán las economías, la salud pública, la estabilidad política y cualquier intento de hacer frente al cambio climático.
Lo que significa que esta sexta extinción masiva podría ser la primera y la última de la humanidad.