La UE debe darse cuenta de la necesidad de un acuerdo comercial con Mercosur. Nunca ha sido mejor momento. La reciente elección del presidente de Brasil, Lula da Silva, marca un nuevo comienzo para avanzar en el Acuerdo de Mercosur. La actual presidencia sueca de la UE, seguida por España, presenta una oportunidad única para la ratificación del acuerdo.
El país escandinavo, favorable al libre comercio, sentará las bases definitivas para que España lleve el acuerdo a su país.
El acuerdo no es sólo un acuerdo de asociación con socios afines con los que Europa mantiene sólidas relaciones históricas y valores compartidos.
La pandemia y la guerra en Ucrania han creado un nuevo escenario geopolítico internacional y han sacado aún más a la luz las interdependencias entre nuestras dos regiones y la necesidad de una estrecha cooperación, respuestas conjuntas y soluciones comunes.
Se trata de trabajar juntos para alcanzar objetivos mutuamente beneficiosos, especialmente en lo que respecta al suministro de materias primas y alimentos estratégicos. Ambos socios cosecharían los beneficios económicos y crearían una de las mayores zonas de libre comercio del mundo. Abriría a la UE el enorme potencial del mercado latinoamericano al eliminar el 91% de los aranceles. Las empresas de la UE que exporten a los países miembros de Mercosur ahorrarán mucho dinero gracias a la eliminación de aranceles.
Algunas cifras
Beneficiaría tanto a los ciudadanos como a las empresas.
Las empresas de la UE son grandes inversores en Mercosur y las empresas de Mercosur invierten cada vez más en la UE. Más de 60.000 empresas de la UE exportan a Mercosur. Las empresas de los países del Mercosur emplean a más de 30.000 personas en la UE. Si facilitamos el comercio y la inversión con Mercosur, estas cifras podrían ser aún mayores.
Traería más empleo y más prosperidad a ambas regiones. Para los países del Mercosur, los mayores niveles de comercio serían un mecanismo esencial para estimular el crecimiento, aumentar los salarios y combatir la pobreza.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se reunió recientemente con Lula da Silva en Brasil y expresó que se ha iniciado una nueva era de cooperación entre la UE y Brasil. Este impulso político puede ser otro gran empujón para despertar el acuerdo y, como declaró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su discurso, llevar finalmente adelante el acuerdo UE-Mercosur.
Permitiría establecer una cooperación y coordinación en una serie de cuestiones globales, como el desarrollo sostenible, el cambio climático, la protección de la biodiversidad y la guerra en Ucrania. En una época en la que la guerra ha vuelto a nuestro continente y países autoritarios como Rusia, China e Irán están mostrando sus peores reflejos represivos, la UE debería buscar la cooperación entre países que comparten nuestra creencia en la democracia y los derechos humanos.
Cuando algunos terceros países miran hacia dentro e invocan el proteccionismo, el acuerdo habla en favor del compromiso de la UE por un comercio más libre.
¿Pero el medio ambiente?
Un argumento que han esgrimido los opositores se refiere al medio ambiente. Afortunadamente, ahora tenemos un socio comprometido que impulsará las relaciones medioambientales y luchará contra la deforestación. La aplicación del Acuerdo de París sobre el clima es la base de todo el acuerdo y contiene toda una sección medioambiental con salvaguardias.
También hay algunas preocupaciones equivocadas de que el acuerdo perjudica al Mercado Único de la UE y a nuestros estándares de producto.
En cambio, el acuerdo abrirá nuevas oportunidades al eliminar los elevados derechos de aduana en un mercado con un poder adquisitivo cada vez más alto.
El acuerdo cuenta con un mecanismo de suspensión automática si se producen distorsiones económicas e incumplimiento de las normas de la UE. Unos procedimientos más previsibles y unas normas de auditoría claras y transparentes tranquilizarán aún más a las empresas. Por lo tanto, los consumidores pueden estar seguros de que el acuerdo refuerza y consolida las normas alimentarias de la UE, ya que los países del Mercosur son algunos de nuestros productores de alimentos más importantes.
La UE también tiene mucho que aprender de Brasil, Paraguay y Uruguay, que son algunos de los países con mayor nivel de producción de energías renovables del mundo.
El acuerdo no tendrá ningún impacto en las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Este sería el caso, incluso sin reflejar el posible impacto positivo sobreeficiencia energética y tecnología.
En conclusión, el acuerdo con los países del Mercosur no es el problema, sino la solución. Al ratificar el acuerdo, la UE será el primer gran socio en celebrar un acuerdo comercial con Mercosur.
Aumentaría las oportunidades económicas y el desarrollo tanto para la UE como para los países del Mercosur, proporcionaría una plataforma para la cooperación y la coordinación en una serie de cuestiones globales y mejoraría el medio ambiente.
Los esfuerzos conjuntos son esenciales para avanzar en la ratificación de este acuerdo, y las instituciones de la UE y los Estados miembros deben comprometerse a impulsar el acuerdo este año, antes de que se cierre esta ventana de oportunidad.