Los acuerdos de libre comercio ofrecen algo más que prosperidad y crecimiento en la Unión Europea: son también un importante instrumento para reducir la dependencia de regímenes autocráticos como Rusia y China. En estos tiempos de guerra e inseguridad política, es aún más vital.
Los objetivos de fortalecernos económicamente y garantizar el suministro de materias primas críticas exigen reavivar el compromiso de la Unión con el libre comercio. Esto debería ser una prioridad para la UE, y puede realizarse mediante la celebración de nuevos acuerdos de libre comercio de gran envergadura con países afines, como Australia, tal y como subrayó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en su discurso sobre el estado de la Unión.
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El Parlamento Europeo envió este mes una delegación a Australia para reforzar nuestros vínculos con los socios estratégicos del Indo-Pacífico. Como aliados democráticos y socios comerciales tenemos que apoyarnos mutuamente en la promoción de nuestros valores comunes, en la defensa del orden basado en normas y en el apoyo al multilateralismo, que desgraciadamente ya no se da si no lo defendemos.
Las interrupciones de la cadena de suministro y los elevados precios de la energía provocados por la guerra de Putin contra Ucrania ponen de manifiesto de forma dramática la dependencia de la UE de las fuentes de energía y de ciertas materias primas críticas.
La UE y Australia deberían tratar de reducir proactivamente sus vulnerabilidades y dependencias. Ambas tienen fuertes vínculos económicos con China, que cada vez lleva a cabo más acciones económicas coercitivas. China pretende intimidar a la UE y a Australia con la esperanza de que pueda cambiar nuestras posiciones políticas.
Recientemente hemos visto el embargo chino a los productos lituanos por su política sobre Taiwán, y los aranceles chinos a los productos agrícolas australianos debido, supuestamente, a la postura de este último en la investigación internacional propuesta sobre la pandemia del Covid-19.
Un acuerdo de libre comercio (ALC) entre la UE y Australia es un primer paso bienvenido para limitar las dependencias.
Además, si se eliminan las barreras comerciales entre la UE y Australia, el comercio bilateral de bienes y servicios podría aumentar en un tercio, incluso en equipos de motor, maquinaria, productos químicos y farmacéuticos, y nos ayudaría a diversificar nuestros vínculos comerciales con socios afines, haciéndonos menos susceptibles a la coerción económica.
La UE podría diversificarse y alejarse de Rusia para comprar a Australia materias primas fundamentales como el litio y el cobalto (por ejemplo, para las baterías) y el mineral de hierro (por ejemplo, para la producción de acero).
Teniendo en cuenta la posición central de Taiwán en la cadena de suministro de semiconductores, Australia y la UE también tienen un interés común en asegurar la continuidad de los flujos de estos insumos críticos para la tecnología de la información.
Un ALC ayudaría a Australia a diversificar su comercio con respecto a China, por ejemplo, proporcionando más acceso al mayor mercado del mundo para sus productos agrícolas e industriales. Para la UE, un ALC proporcionará protecciones adicionales para los productos europeos tradicionales (por ejemplo, el queso Gouda).
Tras el reciente cambio de gobierno en Australia, compartimos un fuerte compromiso para promover la sostenibilidad, a través de la transición climática pero también de los derechos laborales y humanos. Si abrimos nuestros mercados y reforzamos nuestros compromisos de sostenibilidad, podemos promover juntos nuestros intereses basándonos en el Acuerdo de París y en los convenios de la Organización Internacional del Trabajo.
En junio, la UE concluyó un acuerdo comercial con Nueva Zelanda, su primer nuevo acuerdo de libre comercio después de tres años (excluyendo el Brexit).
Ahora es el momento de reforzar la posición de las democracias liberales a nivel mundial, y en particular en la región del Indo-Pacífico, mediante un acuerdo comercial global. Conseguir un TLC con Australia podría ser otro paso importante para que la UE asegure su presencia en la región Indo-Pacífica.