La sexta cumbre UA-UE: ¿socios en la terapia?

Nunca faltan las declaraciones rimbombantes, llenas de buenas intenciones y compromisos, en los eventos de alto nivel. Según el presidente francés Emmanuel Macron, la próxima cumbre entre la UE y la Unión Africana (UA) -organizada bajo las presidencias francesa de la UE y senegalesa de la UA- “revisará completamente” la asociación.

Pero mientras la UE parece bastante optimista, la parte africana reacciona con mucha más cautela. Las aguas entre ambas orillas del Mediterráneo siguen siendo profundas.

  • La bandera de la Unión Africana, con sede en Addis Abeba (Etiopía), un país actualmente en guerra civil (Foto: Wikipedia)

La salud y Covid-19 podrían acaparar una parte importante de los debates. La UE recordará a los dirigentes africanos los miles de millones de euros que ha aportado en apoyo de Covax. Repetirá las promesas de la UE de suministrar más vacunas y su disposición a apoyar la capacidad de fabricación de productos farmacéuticos en África. Pero para algunos líderes africanos, esto puede ser demasiado poco y demasiado tarde.

La UE tardó en poner en práctica el lema “nadie está a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo”, pero se apresuró a imponer prohibiciones de viaje a la región del sur de África, tras la detección de la variante Omicron y la transparente comunicación sudafricana en torno a ella.

Está claro que la decisión de Europa -tomada sin consultar a sus socios en África- ha afectado a los ya bajos niveles de confianza.

Pero también podrían surgir otras tensiones para la asociación. Con su plan de inversión de 300.000 millones de euros en el marco de la “Pasarela Global”, la UE espera impulsar las inversiones a gran escala en infraestructuras, transporte, energía y transiciones digitales y ecológicas, pero el plan podría percibirse como un cambio de imagen inteligente de anteriores promesas de financiación europeas.

La cumbre respaldará un fuerte apoyo a la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) y a la industrialización africana, que debería generar millones de puestos de trabajo en un continente que se enfrenta a una demografía galopante.

¿Pero será posible conciliar estas aspiraciones africanas con las prioridades europeas del Green Deal?

La parte africana se muestra reacia a entablar debates sobre la energía y la transformación verde durante la cumbre, ya que primero quiere enfrentarse a las posibles consecuencias de las medidas europeas, incluido el mecanismo de ajuste de la frontera del carbono de la UE.

Pero internamente, África también podría estar dividida entre un número creciente de países africanos deseosos de invertir en energías renovables, y varios otros -en su mayoría menos desarrollados- que quieren sacar provecho de sus impresionantes reservas de combustibles fósiles.

No cabe duda de que la justa transición hacia unas economías africanas bien integradas y neutras en carbono requerirá tiempo, grandes inversiones y cuantiosos recursos.

Guerra civil y agitación

Asimismo, la creciente inseguridad e inestabilidad política en África occidental y central y en el Cuerno de África podría suponer un quebradero de cabeza.

Etiopía, una de las economías de más rápido crecimiento en África en las últimas décadas, se enfrenta a una guerra civil. El Sahel está sumido en la confusión y se enfrenta al creciente terror yihadista. En los últimos meses se han producido cinco golpes militares: en Chad, Malí, Guinea, Sudán y Burkina Faso.

Algunos de ellos han suscitado fuertes reacciones populares contra Europa, y Francia en particular.

El 31 de enero, el embajador francés en Malí fue expulsado por la junta militar que refuerza sus vínculos con los mercenarios rusos del Grupo Wagner. Es una clara señal del declive de la influencia de Francia, y por extensión de la UE, en sus antiguos países centrales coloniales de África.

La creciente inseguridad y la falta de perspectivas económicas también provocarán nuevas olas de migración dentro de África, y hacia Europa.

Mientras la UE sigue invirtiendo en la protección de las fronteras, África insistirá en que haya más vías para la migración legal, la movilidad laboral y el aumento de los intercambios entre ambos continentes. ¿Suena a déjà vu? También en este caso, los hechos y la envergadura de las propuestas europeas hablarán más alto que las palabras.

Probablemente, más importante que las discusiones sobre el contenido será el tono de los debates entre los jefes de Estado. Las características clave de cualquier diálogo fructífero, como la confianza mutua, la comunicación abierta y la disposición al compromiso, parecen estar cada vez más ausentes estos días.

En un mundo en el que la UE está perdiendo influencia, intenta desesperadamente perseguir sus ambiciones geopolíticas y sus agendas de intereses en África. No hay nada malo en ello.

Además, los líderes africanos insisten mucho en la importancia de una asociación más allá de la ayuda.

Sin embargo, para algunas antiguas potencias coloniales europeas y las élites de Estados africanos mal gobernados y disfuncionales, esdifícil romper con un sistema basado en décadas de clientelismo e intereses creados.

De arriba abajo a la horizontalidad

Las cumbres son una parte inevitable del juego de las relaciones internacionales. Pero todas y cada una de las veces acaban en decepciones porque las expectativas eran demasiado altas o no se abordaron abiertamente frustraciones e irritaciones de larga data en ambas partes. Para romper con este patrón, la asociación debería pasar de una relación asimétrica de arriba abajo a una asociación más horizontal en la que ambas partes negocien acuerdos sobre la base de la confianza y el respeto mutuo.

Romper con una relación de dependencia (poscolonial) también implica que la UA debe estar dispuesta a aportar fondos de contrapartida si quiere que se le tome en serio en las negociaciones internacionales que afectan al continente africano.

Las relaciones entre la UA y la UE nunca deberían convertirse en un asunto exclusivo de un puñado de países con vínculos históricos de larga data. Es alentador ver que un número cada vez mayor de Estados miembros de la UE del este y del centro de Europa se interesan por África y desarrollan sus propias estrategias bilaterales para África.

Las generaciones más jóvenes de ambos continentes se conectan más que nunca, en parte también gracias al aumento de los contactos virtuales desde la pandemia. Las redes de conocimiento y los grupos de reflexión de ambos continentes están llevando a cabo análisis conjuntos de gran sensibilidad política y promoviendo un diálogo más abierto.

Las empresas emergentes de los sectores digitales de Europa y África están construyendo nuevas asociaciones en igualdad de condiciones. Las autoridades locales, las ciudades y los alcaldes de África y Europa aprenden de sus respectivas experiencias en la gestión del cambio climático y las economías circulares.

Estos actores serán el corazón palpitante de una asociación África-Europa reforzada, no los jefes de Estado.

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