Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE se reunieron el jueves (10 de marzo) en el esplendor formal del palacio francés de Versalles, mientras que a casi 5.000 kilómetros de distancia, en Mariupol (Ucrania), se llevaba a cabo una limpieza, después de que las fuerzas rusas bombardearan un hospital infantil y de maternidad, matando a tres personas.
A primera hora del día, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, subrayó la gravedad del ataque, calificando la atrocidad de Mariupol como un probable “crimen de guerra”, en Twitter.
Y al llegar a Versalles, intentó que la respuesta al conflicto formara parte de la responsabilidad colectiva europea, sugiriendo que el futuro de la UE y las libertades de sus ciudadanos también están en juego.
“Es un momento en el que vemos que la guerra de Putin es también una cuestión de resiliencia de las democracias”, dijo von der Leyen que, como decenas de otros dignatarios, llegó al palacio para ser recibida por el presidente francés Emmanuel Macron y el sonido de una banda militar francesa.
Sin embargo, a pesar de la pompa y la grandiosidad del escenario, no se preveían grandes avances.
Se esperaba que los líderes de la UE acordasen aumentar el gasto militar y la cooperación, y que aceptasen eliminar gradualmente la dependencia de los recursos fósiles rusos, como llevan días discutiendo.
También estaba previsto que discutieran una posible nueva emisión de bonos para financiar el gasto en energía y defensa, pero sin tomar una decisión definitiva.
Tampoco se esperaba ninguna decisión sobre la reducción de las importaciones de recursos fósiles rusos, ni sobre la aceleración de la adhesión de Ucrania a la Unión Europea, debido a la profunda división entre los Estados miembros.
Sobre el dramático llamamiento de Ucrania a una forma de adhesión acelerada la semana pasada, se esperaba en cambio que los líderes de la UE afirmaran en una declaración final que “Ucrania pertenece a nuestra familia europea.”
La cumbre en el palacio real francés se había planeado antes de que Rusia lanzara su invasión de Ucrania el 24 de febrero.
Aun así, el lugar ha suscitado cierto malestar entre los observadores que recuerdan cómo fue el escenario de los tratados de paz firmados en 1918 que sentaron las bases de la segunda guerra mundial, que tuvo lugar dos décadas después.
La reunión de Versalles se produce con el trasfondo de la invasión rusa de Ucrania que ha amenazado con deshacer el orden de seguridad de la posguerra para el continente europeo.
En estos días, las posiciones de los Estados miembros de la UE sugieren que puede no haber una manera rápida y sencilla el desafío ruso.
La mayoría de los líderes de Europa oriental y central, que llevan años advirtiendo de la amenaza rusa, apoyan sanciones más duras y el recorte de las importaciones de gas y petróleo rusos.
Sin embargo, Alemania, junto con Italia, Hungría y Austria, que se encuentran entre los países más expuestos a las importaciones energéticas rusas, no son partidarios de una rápida eliminación de la energía rusa, a pesar de las dependencias que crean y de las grandes sumas de dinero que fluyen hacia el Kremlin como consecuencia de ello.
“No sólo debemos aislar, sino paralizar la economía de Putin, tenemos que hacer que las sanciones sean mucho más duras, mucho más rápidas”, dijo el primer ministro letón Krišjānis Kariņš, que pidió que se detengan por completo las importaciones de energía de la UE procedentes de Rusia.
“¿Qué tenemos que perder?” preguntó Kariņš. “Tenemos que defender la democracia y detener el neoimperialismo ruso”, dijo, explicando que Europa confiaba en que Ucrania luchara en su nombre para salvaguardar la democracia.
No a la vía rápida
Estados como Letonia también apoyan la rápida adhesión de Ucrania a la UE, pero tampoco en este caso hay una vía clara e inmediata.
El primer ministro holandés, Mark Rutte, fue uno de los que el jueves frenó las expectativas de que Ucrania se convirtiera pronto en un Estado miembro de la UE.
“Los Países Bajos están codo con codo con Ucrania, pero no existe la posibilidad de acelerar la adhesión”, dijo Rutte. “Quiero centrarme en lo que podemos hacer por Ucrania esta noche”, dijo, pero “la adhesión es a largo plazo”.
Se esperaba que los líderes de la UE dijeran en su declaración final que Rusia había violado “groseramente” el derecho internacional y pidieran que el país “rindiera cuentas” por una “guerra de agresión.”
Se esperaba que Moscú cesara su acción militar y se retirara de “todo el territorio de Ucrania de forma inmediata e incondicional”.
También se esperaba que los líderes de la UE se refirieran a una parte del tratado de la UE, que dice que si “un estado miembro es víctima de una agresión armada en su territorio, los demás estados miembros tendrán hacia él una obligación de ayuda y asistencia por todos los medios a su alcance.”
Esto dista mucho de una asistencia militar del tipo que comparten los miembros de la OTAN, donde todos acuden a la defensa de cualquier miembro que sufra un ataque.
Aun así, fue un guiño a las preocupaciones de Finlandia y Suecia, que están fuera de la alianza militar, pero que han estado buscando una mayor garantía de apoyo europeo en caso de que la guerra ucraniana se extienda.
Los líderes de la UE también se comprometieron a aumentar los gastos de defensa, pero no darán una cantidad específica durante la cumbre, ni se comprometerán a alcanzar el nivel del 2 por ciento del PIB que tanto desean Estados Unidos y la OTAN.
Se espera que la UE “asuma una mayor responsabilidad” por la seguridad de Europa y “contribuya positivamente a la seguridad global y transatlántica y sea complementaria a la OTAN”, dijeron los líderes.
En cuanto a los proyectos conjuntos relacionados con los preparativos para la guerra híbrida, el refuerzo de la ciberresistencia y la mejora de la movilidad militar y los proyectos espaciales, se esperaba que los líderes encargaran a la comisión la identificación de las carencias de inversión, para mediados de mayo.