El pasado mes de marzo se hizo historia cuando las Naciones Unidas declararon por unanimidad el día 15 como Día Internacional de la Lucha contra la Islamofobia.
La resolución fue aceptada por todos los miembros de la ONU, aunque no sin discusión.
No fue una sorpresa que la India, donde los expertos advierten de un inminente “genocidio” de los musulmanes, lanzara críticas, pero no debe pasar desapercibido que dos oradores europeos se unieran al coro: tanto la representación de Francia como el representante de la Unión Europea (como observador) expresaron críticas a la resolución.
Aunque al final los franceses no se opusieron a la resolución, esto demuestra que hay fuerzas importantes en Europa, y especialmente en países como Francia, que invierten menos en la lucha contra la islamofobia y más -como revela de nuevo el ejemplo de Francia- en la normalización de la islamofobia.
Y parece que otros acontecimientos preocupantes, como el ascenso de la extrema derecha en los Estados europeos, están impulsando esta tendencia.
Aunque el ultraderechista FPÖ en Austria y la Liga en Italia estuvieron poco tiempo en el gobierno, una revitalización de la ultraderecha ha llevado ya a los ultraderechistas Demócratas de Suecia a convertirse en el segundo partido más grande en las elecciones nacionales de la semana pasada, lo que les hace estar preparados para entrar en el gobierno por primera vez.
Y en Italia, de nuevo, la líder ultraderechista Georgia Meloni se prepara con su partido Hermanos de Italia para convertirse en primera ministra en las elecciones de la próxima semana como parte de una coalición con otros partidos de extrema derecha, incluida la Liga.
Teniendo en cuenta estos acontecimientos, hemos publicado nuestro séptimo informe anual sobre la islamofobia en Europa.
El estado de la islamofobia en Europa sigue siendo problemático, con muchas políticas que hemos criticado en informes anteriores que se han seguido aplicando, como la disolución de las organizaciones de vigilancia de la islamofobia en Francia.
Por otro lado, cada vez hay más conciencia y también pruebas aportadas por las instituciones europeas de que la islamofobia o el racismo antimusulmán no sólo es un problema social acuciante, sino que está estructuralmente arraigado en varias instituciones de la Unión Europea y sus Estados miembros.
La Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI) demostró con su recomendación de política general nº 5 sobre la prevención y la lucha contra el racismo y la discriminación antimusulmana en diciembre de 2021 que la islamofobia incluye formas estructurales de racismo.
Y la Directiva (UE) 2017/541 de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE sobre la lucha contra el terrorismo – Impacto en los derechos y libertades fundamentales mostró que las estrategias antiterroristas afectan especialmente a los derechos humanos de los musulmanes en la Unión Europea.
Falta el coordinador musulmán de la UE
Aún así, la Comisión Europea no ha tomado ninguna iniciativa para volver a dotar de personal al puesto de coordinador de la lucha contra el odio antimusulmán, que está vacante desde finales de julio de 2021 y que, en cualquier caso, se consideró que carecía de un mandato claro y de recursos suficientes.
Junto a los resultados del proyecto de investigación Varieties of Democracy (V-DEM) realizado por la Universidad de Gotemburgo, que detecta en general un declive de la democracia liberal, varios países que abogaban por una legislación antimusulmana, entre ellos Austria, fueron degradados de una democracia liberal a una democracia electoral.
Para el informe de 2021, elegimos a Sebastian Kurz para la portada, como símbolo de una evolución más preocupante en Europa. Kurz, que fue aclamado como un niño prodigio de la política por los medios de comunicación nacionales austriacos e internacionales, llegó al poder haciendo del Islam y los musulmanes su objetivo número uno en las campañas electorales.
Además, fue el líder de un gobierno conservador que aplicó una política antimusulmana tras otra, desde la prohibición del hiyab hasta el cierre de mezquitas.
Finalmente, las abrumadoras acusaciones de corrupción, especialmente en lo que respecta a la relación entre su gobierno y los medios de comunicación, le obligaron a dimitir.
Su carrera política puede leerse como un ejemplo de libro de texto de la hegemonización de la islamofobia y, al mismo tiempo, de cómo puede acabar el populismo vacío que se construye esencialmente sobre el racismo antimusulmán.
Kurz acumuló un inmenso poder convirtiendo a los musulmanes en chivos expiatorios y en una especie de seguridades, lo que al final sólo resultó ser una pantalla para ocultar la supuesta corrupción y el creciente autoritarismo.
El ex ministro de Justicia Clemens Jabloner lo expresó de forma sucinta: El régimen de Kurz fue “un primer paso en la dirección de un nuevo sistema de gobierno”.
Los anteriores informes nacionales sobre Austria en nuestro Informe sobre la islamofobia en Europa muestran claramente cómo la fuerte inversión enLas políticas antimusulmanas del gobierno de Kurz fueron un indicador de su política cada vez más manipuladora y autoritaria.
Con el tiempo, estas últimas terminaron, entre otras cosas, por la justicia independiente que anuló la mayoría de sus leyes y medidas antimusulmanas, desde la prohibición del hiyab hasta el cierre ilegal de mezquitas.
Pero aún así, varios políticos de Austria intentan vender estas políticas como un éxito y convertirlas en el nuevo estándar no sólo para ellos sino para el resto del cuerpo político europeo.
Y varias intervenciones del estado francés revelan, que este gobierno contrarresta la inclusión de los musulmanes así como la celebración de la diversidad.
#BrusselsSoWhite ha sido un intento de concienciar sobre el racismo estructural en las instituciones europeas. Y lo que tienen que hacer las instituciones europeas es tomarse en serio la islamofobia y tomar medidas para combatirla.