Una “asociación igualitaria” entre la UE y África debe abordar el pasado y el presente

La cumbre UE-África de los días 17 y 18 de febrero despierta una gran expectación.

El presidente francés, Emmanuel Macron, lidera los esfuerzos para revitalizar la “cansada” relación de la UE con los Estados africanos y -hasta ahora- los líderes africanos, difíciles de conseguir, parecen dispuestos a jugar.

  • Un pasado sombrío y persistentes irritantes actuales pesan en las relaciones entre los dos continentes de Europa y África

Un sombrío pasado y persistentes irritantes actuales pesan, sin embargo, en las relaciones entre los dos continentes.

Con Francia en la presidencia de la UE durante los próximos seis meses, Macron tratará de negociar un “New Deal” económico y financiero con África.

El presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, compite por el protagonismo en Bruselas y se ha puesto a hablar de establecer una nueva alianza África-Europa “liberada de los demonios del pasado”.

Mientras tanto, la Comisión Europea tiene su propio ejército de altos funcionarios encargados de promover una “estrategia global” para África.

África’ en la demanda

La competencia es feroz y conseguir la atención de los líderes africanos no es tarea fácil.

El presidente estadounidense Joe Biden ha programado su propia cumbre sobre África. El pasado mes de diciembre se celebró una cumbre de asociación entre Turquía y África, Japón celebrará este año su conferencia de desarrollo africano en Túnez y, para no ser menos, Rusia ha anunciado su propia reunión de alto nivel con los gobiernos africanos en noviembre.

Lo más importante es que el pasado mes de octubre se organizó el Foro de Cooperación China-África (FOCAC), en el que Pekín prometió mil millones de dosis de vacunas Covid-19 a África y se comprometió a impulsar las importaciones chinas de productos africanos.

Al igual que la UE, China también se centra en facilitar el desarrollo ecológico y la innovación digital de las naciones africanas.

Los planes para crear una ambiciosa asociación de iguales de la UE con África son ciertamente más emocionantes que la modesta charla sobre la construcción de una “relación mutuamente beneficiosa” que dominó la cumbre UE-África en Abiyán en 2017.

El reto ahora es enterrar los viejos hábitos y abandonar las mentalidades desfasadas.

En conversaciones privadas, los responsables políticos africanos dicen que quieren más respeto por parte de la UE y el fin de los enfoques eurocéntricos y los reflejos poscoloniales del bloque.

Sus homólogos europeos son igualmente mordaces con el desprecio de muchos líderes africanos por la democracia y los derechos humanos.

Preocupa que la Unión Africana, que este año cumple 20 años, no tenga el peso necesario para hablar en nombre de sus 54 miembros. Ambas partes se quejan sin cesar de la falta de confianza mutua. Los agravios por el pasado se complican con el enfado por el presente.

Los legados tóxicos del colonialismo y la esclavitud, así como el racismo y la discriminación actuales contra los afroeuropeos y la creciente hostilidad hacia los refugiados africanos ensombrecen la relación.

Covid-19 se ha sumado a las tensiones existentes. El presidente de Ghana, Nana Addo Dankwa Akufo-Addo, habló en nombre de muchos cuando denunció la “desagradable política del nacionalismo vacunal”, mientras que el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, condenó el “apartheid vacunal”.

Su enfado es comprensible. Menos del 10% de los africanos están totalmente vacunados y, a pesar de las promesas iniciales de solidaridad, la iniciativa internacional Covax para suministrar vacunas a los países en desarrollo ha estado plagada de problemas.

Migajas de la mesa

El presidente Ramaphosa ha dicho que hasta ahora África ha recibido poco más que “migajas” de las naciones desarrolladas.

La UE tiene planes para crear capacidad de producción de vacunas en Senegal y Ruanda, pero los países europeos siguen oponiéndose a las demandas sudafricanas e indias de una exención de algunos derechos de propiedad intelectual (PI) para vacunas y medicamentos en la Organización Mundial del Comercio.

Lo más perjudicial es que los gobiernos africanos están furiosos por lo que consideran reacciones racistas e hipócritas de la UE ante el descubrimiento de la variante Omicron en Sudáfrica el año pasado.

Dada la fragilidad de las economías africanas, el continente se centra ahora en asegurar el acceso a 100.000 millones de dólares. [€88bn] en Derechos Especiales de Giro (DEG) del fondo de emergencia de 650.000 millones de dólares lanzado por el Fondo Monetario Internacional en agosto de 2021.

Las políticas de “fortaleza europea” siguen siendo una espina en la relación.

En lugar de invertir dinero en evitar que los inmigrantes africanos lleguen a Europa, la UE debería gastar más en crear puestos de trabajo en todo el continente, según el presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo.

Para muchos gobiernos africanos, el Green Deal europeo es un arma de doble filo.

La ansiedad por el impacto del impuesto fronterizo sobre el carbono propuesto por la UE y el esperado descenso deLa demanda europea de combustibles fósiles se mezcla con las evaluaciones más optimistas sobre el aumento previsto de la demanda de la UE de cobalto, níquel y otros minerales críticos de África.

Los planes de la UE para etiquetar determinados proyectos de gas natural (y nucleares) como “verdes” y sostenibles podrían suponer una mayor financiación para los proyectos de gas africanos, esperan algunos expertos.

El potencial económico de África, su población joven y optimista y las oportunidades de mejora del comercio creadas por la Zona Libre Continental Africana (AfCFTA), sin fronteras, harán que el continente siga ocupando un lugar destacado en la agenda mundial durante los próximos años.

El restablecimiento de las relaciones entre Europa y África requiere que ambas partes se deshagan de percepciones obsoletas de la otra parte y que la UE corrija la perjudicial “brecha cognitiva” existente sobre la rica y compleja historia de África.

Las reuniones entre líderes y élites deben ir acompañadas de un compromiso auténtico, más frecuente y más sostenido entre las generaciones más jóvenes, así como entre las organizaciones de mujeres, los empresarios, las universidades y los grupos de reflexión.

Sobre todo, ambas partes deben enfrentarse al pasado, posiblemente a través de una declaración conjunta que reconozca la historia tóxica de las relaciones entre Europa y África, así como los prejuicios actuales, pero que también mire hacia tiempos mejores.

La próxima cumbre es importante, pero es lo que ocurra después de la reunión lo que decidirá el futuro de las relaciones entre la UE y África.

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