Los líderes mundiales se reunirán del 6 al 18 de noviembre en la cumbre del clima más importante de las Naciones Unidas (COP27) en Sharm El Sheikh, Egipto, para debatir algunos de los problemas más acuciantes del cambio climático.
Entre ellos: el acceso a la financiación del clima, las pérdidas y daños en los países en desarrollo y la transformación de los sistemas energéticos. Todos ellos ocuparán un lugar destacado en la agenda.
Pero las negociaciones tendrán lugar en medio de una escalada de tensiones geopolíticas y una desconfianza generalizada en el mundo en desarrollo, ya que las promesas de financiación verde siguen sin cumplirse.
Egipto, que ostenta la presidencia de la COP este año, ha pedido a los países que dejen de lado las diferencias sobre la guerra de Ucrania para avanzar, señalando que las conversaciones deben pasar de las promesas y los compromisos a la implementación.
Cuando los líderes se reunieron en la COP26 de Glasgow en noviembre del año pasado, el clima ocupaba el primer lugar en la agenda mundial.
Ahora, la guerra en Ucrania, la crisis energética mundial y las facturas de gas domésticas se han convertido en el centro de atención. Sin embargo, el estrés hídrico en África, las inundaciones mortales en Pakistán, las sequías en Europa y los huracanes que azotan a los países del Caribe han mantenido la acción climática en la lista de tareas pendientes.
“Estamos en una lucha a vida o muerte por nuestra propia seguridad hoy y por nuestra supervivencia mañana”, dijo el jefe de la ONU, António Guterres, a principios de esta semana (3 de octubre), al iniciarse las conversaciones previas a la COP27 en la República Democrática del Congo.
Los números no cuadran
Las emisiones de carbono entre 2010 y 2019 alcanzaron el nivel más alto de la historia de la humanidad, a pesar de las promesas hechas para limitar el calentamiento global a 1,5 grados desde el Acuerdo de París de 2015.
De hecho, los científicos de la ONU han advertido ahora que el planeta está en camino a más de tres grados centígrados de calentamiento este siglo – con temperaturas en África ya 1,11 grados por encima de los niveles preindustriales.
“En conjunto, los compromisos y las políticas actuales están cerrando la puerta a nuestra oportunidad de limitar el aumento de la temperatura global a 2 grados centígrados, por no hablar de cumplir el objetivo de 1,5 grados”, dijo Guterres.
“Las acciones de las economías desarrolladas y emergentes más ricas simplemente no cuadran”, añadió, señalando que los compromisos de los países del G20 están llegando “demasiado poco y demasiado tarde”.
En la COP26 de 2021, los planes nacionales de acción climática (NDC) seguían sin alcanzar los objetivos y los países acordaron presentar NDC más ambiciosos con carácter anual, a partir de este año.
Pero casi todos los países incumplieron el plazo de la ONU para mejorar sus planes: solo 23 países de los casi 200 firmantes del Acuerdo de París presentaron planes actualizados. Estados Unidos, la UE y China, los principales emisores del mundo, no aumentaron su ambición.
Solidaridad y confianza
La financiación del clima es un tema muy controvertido, en el que se ha avanzado poco hasta la fecha. Sin embargo, encontrar algún tipo de acuerdo financiero en la COP27 se considera un factor crucial para restaurar la confianza en la cooperación internacional.
Sin embargo, no hay expectativas de un acuerdo vinculante, según ha admitido un funcionario cercano a las negociaciones.
“Tememos que las promesas rotas sobre la financiación del clima se ciernan sobre el resultado general de la COP27”, declaró a novedades24 Stientje van Veldhoven, ex ministra holandesa de Medio Ambiente.
“No hay que subestimar cómo se recibe el mensaje de que el norte global está gastando grandes sumas en casa a raíz de la crisis de Covid y de la energía, pero tiene poco para los demás”.
En 2009, los países ricos acordaron movilizar 100.000 millones de dólares [€101.5bn] en financiación climática al año para 2020, un objetivo que nunca se ha cumplido. En 2020, a los países ricos les faltaban 17.000 millones de dólares para alcanzar el objetivo.
Esta semana, la UE reafirmó su compromiso con el objetivo de 100.000 millones de dólares hasta 2025, argumentando que los Estados miembros han duplicado su contribución desde 2013.
Pero los países en desarrollo ya están mirando más allá a medida que se intensifican los desastres climáticos, y las conversaciones sobre el clima en Egipto pueden sentar las bases para un nuevo objetivo de financiación posterior a 2025.
Pero no será una tarea fácil, en parte porque la crisis energética se ha convertido en una carga para los presupuestos nacionales y la guerra en Ucrania, después de la crisis de Covis-19, ha tenido un efecto absorbente sobre la inversión extranjera.
Un plan de entrega
La financiación de la lucha contra el cambio climático es una prioridad clave para África, uno de los continentes más vulnerables al clima, que lleva años presionando para que se destinen fondos a ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a los impactos de los desastres climáticos.
“Un plan de entrega por parte de los donantes en el que se expongan sus intenciones para los próximos años ayudaría a generar confianza”, afirmó Tom Evans, asesor político del grupo de reflexión sobre el clima E3G, con sede en Londres.
Y además de aumentar sus contribuciones aLa UE y EE.UU., como accionistas, también tienen que presionar a los bancos multilaterales de desarrollo y al Banco Mundial para que aumenten la financiación de la adaptación al clima, dijo Evans.
No obstante, es probable que los países en desarrollo sigan presionando para que se cree un mecanismo financiero concreto para pérdidas y daños, una propuesta del G77 y China planteada durante la COP26 del año pasado que fue rechazada por la UE y Estados Unidos.
En septiembre, Dinamarca se convirtió en el primer país en ofrecer más de 13 millones de dólares en financiación climática para ayudar a los países en desarrollo afectados por los desastres climáticos, creando un impulso para que otros lo sigan.
Chile y Alemania han sido designados para dirigir los debates del grupo sobre pérdidas y daños.
Pero hay un debate mucho más amplio sobre la reforma del sistema financiero internacional, liderado por Barbados con su llamada Agenda de Bridgetown.
Barbados ha argumentado que uno de cada cinco países está sufriendo tensiones fiscales y financieras, y añade que si no se aborda esta cuestión, habrá más dificultades, impagos de la deuda, aumento de la desigualdad, trastornos políticos y un retraso en el cambio a un mundo con bajas emisiones de carbono.